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Title: Un cuento
Description: Es un cuento de Horacio Quiroga

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Arsenio Lupin, caballero y ladrón

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1

Maurice Leblanc

Preparado por Patricio Barros

Arsenio Lupin, caballero y ladrón

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Maurice Leblanc

Arsenio Lupin
Caballero y Ladrón
Contenido:
1
...
Arsenio Lupin en Prisión
3
...
El Viajero Misterioso
5
...
El Siete de Corazones
7
...
La Perla Negra
La Detención de Arsenio Lupin
¡Qué extraño viaje! ¡Y, sin embargo, había comenzado tan bien! Por mi parte, jamás
realicé una travesía que se anunciara bajo unos auspicios más venturosos
...
A bordo se encontraba reunida la sociedad más selecta
...

Sentíamos esa extraña impresión de hallarnos separados del mundo, reducidos a
nosotros mismos como si nos encontráramos en una isla desconocida, y obligados,
en consecuencia, a acercarnos los unos a los otros
...

¿Han meditado ustedes alguna vez en lo que hay de original y de imprevisto en ese
agrupamiento de seres que, todavía la víspera, ni siquiera se conocían, y que,
durante algunos días, entre el cielo infinito y el mar inmenso, van a vivir la
existencia más íntima, y que juntos van a desafiar las cóleras del océano, el
aterrador asalto de las olas y la angustiosa calma del agua dormida?
En el fondo, vivida en una especie de trágico resumen, es la propia vida, con sus
tempestades y sus grandezas, su monotonía y su diversidad, y he ahí por qué,

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Preparado por Patricio Barros

Arsenio Lupin, caballero y ladrón

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Maurice Leblanc

acaso, se devora con una prisa febril y una voluptuosidad aún más intensa ese corto
viaje del cual se divisa ya el fin en el propio momento en que se inicia
...
La pequeña isla flotante depende todavía de ese
mundo del cual nos creíamos desprendidos
...
La radiotelegrafía es como una llamada de otro
universo del cual se recibieran noticias en la forma más misteriosa que quepa
pensar
...
El misterio todavía más insondable y
más poético también, y es a las alas del viento a lo que hay que recurrir para
explicarse este nuevo milagro
...
Dos amigos me hablaron
...

Mas al segundo día, a quinientas millas de la costa francesa, en una tarde
tempestuosa, el telégrafo sin hilos nos transmitió un despacho cuyo contenido
decía:
Arsenio Lupin, a bordo de su navío, primera clase, cabellos rubios, herida
antebrazo derecho, viaja solo, bajo el nombre de R
...
Las ondas
eléctricas quedaron interrumpidas
...

Del nombre bajo el cual se ocultaba Arsenio Lupin no se supo más que la inicial
...
Pero hay acontecimientos que
parecen romper la discreción más rigurosa
...
librosmaravillosos
...

¡Arsenio Lupin entre nosotros! ¡El ladrón inapreciable, del cual se contaban las
proezas en todos los periódicos desde hacía meses! ¡El enigmático personaje con el
que el viejo Ganimard había entablado aquel duelo a muerte cuyas peripecias se
desarrollaban de manera tan pintoresca! Arsenio Lupin, el fantasista caballero que
no opera sino en los castillos y los salones y que, una noche en que había penetrado
en casa del barón Schormann, se había marchado con las manos vacías, dejando su
tarjeta ornada con esta fórmula:
Arsenio Lupin, el ladrón caballero, volverá cuando los muebles de esta
mansión sean auténticos
...
, o aquel otro
...
, o mi compañero de camarote
...
Pero ¡esto es intolerable! Yo
espero que le detengan
...
Su belleza, tanto como su fortuna, era

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Arsenio Lupin, caballero y ladrón

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desbordante
...

Educada en París por una madre francesa, iba a reunirse a su padre, el señor
Underdown, de Chicago, hombre riquísimo
...

Desde la primera hora, yo había presentado mi candidatura a flirtear con ella
...
Sin embargo, ella acogía mis homenajes con
cierta aceptación y favor
...
Una vaga simpatía parecía responder a la solicitud que yo le
testimoniaba
...

Precisamente, ese joven formaba parte del grupo de admiradores que rodeaban a la
señorita Nelly cuando ella me interrogó
...
La tempestad de la víspera había
aclarado el cielo
...

— Yo no sé nada con exactitud, señorita, le respondió pero ¿acaso es imposible para
nosotros el llevar a cabo nuestra propia investigación, lo mismo que lo haría el viejo
Ganimard, el enemigo personal de Arsenio Lupin?
— ¡Oh! ¡Oh! Usted se anticipa mucho
...

— Es que usted olvida los elementos que nosotros disponemos para resolverlo
...

— Esa es una seña un poco vaga
...

— Si esta particularidad le basta a usted
...


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— Y luego, ¿qué?
— Luego, nosotros ya no tenemos más que consultar la lista de pasajeros y
proceder por el sistema de eliminación
...
La tomé y me puse a examinarla
...

— ¿Trece solamente?
— En primera clase, sí
...
, como ustedes
pueden comprobar, nueve vienen acompañadas de esposas, de niños o de criados
...

— Secretario de embajada
...
Yo le conozco
...

— Es mi tío — dijo alguien
...

— Presente — exclamó uno de entre nosotros, un italiano, cuyo rostro desaparecía
bajo una barba del más hermoso color negro
...

— El señor no es precisamente rubio
...

— ¿O sea?
— O sea el señor Rozaine
...
Pero la señorita Nelly, interpelando al joven taciturno cuya asiduidad
cerca de ella me atormentaba, le dijo:
— Y bien, señor Rozaine
...
Era rubio
...
Y el
molesto silencio que pesaba sobre nosotros me indicó que los otros asistentes a
aquella escena experimentaban también esa misma clase de angustia
...


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— ¿Que por qué no respondo? — dijo —
...
Opino,
por consiguiente, que se me detenga
...
Sus labios, finos como dos
trazos inflexibles, se hicieron todavía más finos y palidecieron
...

Sin duda bromeaba
...

Ingenuamente, la señorita Nelly preguntó:
— Pero ¿no tiene usted una herida?
— Es verdad que falta la herida — replicó él
...
Pero
inmediatamente me asaltó una idea
...

Y, palabra de honor, yo ya iba a hacer esa observación, cuando un incidente distrajo
mi atención
...

Estaba desconcertada
...
¡Me han llevado todo!
...
Las monturas hallábanse sobre la mesa
...

Y para ejecutar ese trabajo, durante la hora en que lady Jerland tomaba el té, había
sido preciso, en pleno día y en un pasillo muy concurrido, violentar la puerta del
camarote, encontrar una pequeña bolsa disimulada en el fondo de una caja de
sombreros, abrirla y escoger
...
librosmaravillosos
...
No hubo más que una sola opinión
entre todos los pasajeros cuando el robo fue descubierto: "Es Arsenio Lupin"
...
, y, no obstante, lógica, pues siendo difícil ocultar la fastidiosa masa
que hubieran formado el conjunto de alhajas, mucho menor era ese problema con
pequeñas cosas independientes unas de otras: perlas, esmeraldas, zafiros
...
Y por la noche supimos que aquél había sido
convocado por el capitán
...
Al fin respirábamos
...
Se
bailó
...
Su gracia acabó de conquistarme
...

Pero al día siguiente, ante la estupefacción general, se supo que, a causa que los
cargos presentados contra él no eran suficientes, Rozaine había quedado en
libertad
...
Además, sus brazos no presentaban la menor
huella de heridas
...

— Pero ¡si Arsenio Lupin les presentaría a ustedes tantos como ustedes quisieran! Y
en cuanto a la herida, lo que ocurre es que no sufrió ninguna
...
A lo que sus enemigos replicaban:
— ¿Es que acaso un hombre del temple de Arsenio Lupin tiene necesidad de asistir
al robo que él mismo comete?
Y añadido a ello, aparte toda consideración extraña, había un punto al cual hasta los
más escépticos no podían ponerle un epílogo: ¿quién, salvo Rozaine, viajaba solo,

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era rubio y tenía un nombre que comenzaba con R? ¿A quién apuntaba el
telegrama, si no era a Rozaine?
Y cuando Rozaine, algunos minutos antes del desayuno, se dirigió audazmente a
nuestro grupo, la señorita Nelly y lady Jerland se levantaron de sus asientos y se
alejaron
...

Una hora más tarde, una circular escrita a mano pasaba de mano en mano entre los
empleados de a bordo, la marinería y los viajeros de todas las clases: el señor Luis
Rozaine prometía una suma de diez mil francos a quien desenmascarase a Arsenio
Lupin o encontrase a la persona en cuyo poder estuvieran las alhajas robadas
...

Rozaine contra Arsenio Lupin, o, más bien, conforme a la frase que corría de boca
en boca, el propio Arsenio Lupin contra Arsenio Lupin
...

Tal lucha se prolongó durante dos días
...
Por las noches se observaba su sombra rondando
...
De arriba abajo, y
por todos los rincones, fue registrado el Provence
...

— Así se acabará por descubrir algo, ¿no es verdad? — me preguntó la señorita
Nelly —
...

— En efecto — le respondí yo, o de lo contrario, será preciso registrar las copas de
nuestros sombreros, el forro de nuestras americanas y todo cuanto llevamos
puesto
...
librosmaravillosos
...

— Sin embargo, yo he oído decir que no existe ladrón alguno que no deje detrás de
él alguna huella
...

— ¿Por qué?
— ¿Por qué? Porque él no piensa solamente en el robo que realiza, sino también en
todas las circunstancias que podrían denunciarle
...

— Pero luego yo le he visto en acción
...
?
— Según yo, perdemos el tiempo
...

Furioso, el capitán redobló su ardor en las investigaciones y vigiló aún más cerca de
Rozaine, con el cual ya había celebrado varias entrevistas
...

Todo ello tenía un cierto aire de prodigio y denunciaba bien a las claras el estilo
humorístico de Arsenio Lupin, el ladrón, es verdad, pero también diletante
...
Daba la
impresión del caballero que se divierte con la obra que tiene que representar y que
desde entre bastidores se ríe a mandíbula batiente de sus propios rasgos de ingenio
y de las situaciones que él ha imaginado
...

Mas la antepenúltima noche el oficial de guardia oyó lamentos que provenían del
lugar más oscuro del puente
...
Allí había tendido en el suelo un hombre

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con la cabeza envuelta en un mantón gris muy tupido con los puños amarrados con
ayuda de una delgada cuerda
...
Le ayudaron a incorporarse y le fueron
prodigados los oportunos cuidados
...

Era Rozaine, que había sido asaltado en el curso de una de sus expediciones,
derribado a tierra y despojado del dinero que llevaba encima
...

Pero, en realidad, la cartera robada contenía veinte billetes de a mil
...
Más, aparte que le hubiera sido imposible el amarrarse en la forma que él lo
estaba, quedó comprobado que la escritura de la tarjeta era completamente distinta
de la escritura de Rozaine, y se parecía, por el contrario, extraordinariamente a la
de Arsenio Lupin, conforme aparecía reproducida en un viejo periódico encontrado a
bordo
...
Rozaine era Rozaine, hijo de
un negociante de Burdeos
...
Ya nadie se atrevía a permanecer a solas en su camarote, y
mucho menos aventurarse sin compañía por los lugares del barco demasiado
alejados
...
Y aun así, por
un impulso instintivo, cada cual desconfiaba hasta de los más íntimos
...

Ahora, Arsenio Lupin era
...
Nuestra imaginación sobreexcitada
le atribuía un poder milagroso e ilimitado
...
librosmaravillosos
...

Los primeros despachos radiotelegráficos no trajeron ninguna novedad
...

Por tanto, el último día de viaje nos pareció interminable
...
Esta vez ya no sería un robo, no sería ya una
simple agresión, sino que sería un crimen, un asesinato
...
Dueño absoluto del navío, con las
autoridades de aquél reducidas a la impotencia, no tenía más que desear una cosa
para realizarla, pues todo le estaba permitido y disponía de los bienes y de las vidas
de a bordo
...


Impresionada

por

tantos

acontecimientos, y siendo de naturaleza ya inquieta por sí misma, ella buscó a mi
lado una protección, una seguridad que yo me sentía dichoso de otorgarle
...
¿Acaso no era él quien nos aproximaba a
la señorita Nelly y a mí? ¿No era gracias a él que yo tenía el derecho de
abandonarme a los más hermosos sueños? Sueños de amor y sueños menos
quiméricos, ¿por qué no confesarlo? Los Andrézy son de una familia de buena cepa,
pero sus blasones se hallan un tanto desdorados, y a mí no me parecía indigno de
un gentilhombre el pensar en dar a su nombre el brillo perdido
...
Sus ojos
sonrientes me autorizaban a tenerlos
...

Y hasta el último momento, acodados sobre la baranda permanecimos el uno junto
al otro, mientras la línea de las costas americanas desfilaba ante nosotros
...
Había un compás de espera
...
¿Quién era Arsenio Lupin? ¿Bajo qué nombre, bajo qué máscara se
ocultaba el famoso Arsenio Lupin?

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Y ese momento supremo llegó
...

— ¡Qué pálida se encuentra usted, señorita Nelly! — le dije a mi compañera, que se
apoyaba en mi brazo completamente desfallecida
...
¡Ah!, ¡qué cambiado está usted!
— ¡Imagínese! Este momento es apasionante, y yo me siento tan feliz de vivirlo
junto a usted, señorita Nelly
...

Pero ella no escuchaba
...
La pasarela fue bajada
...

La señorita Nelly balbució:
— Ahora descubrirán que Arsenio Lupin se ha escapado durante la travesía, y a mí
no me sorprendería
...

— No se ría usted — dijo ella, ruborizada
...

— ¿Ganimard?
— Sí, el célebre policía, el que ha jurado que detendría a Arsenio Lupin con sus
propias manos
...
Ganimard estaba aquí
...

— Entonces, Arsenio Lupin puede tener la seguridad que será detenido
...
A menos que él no conozca el nombre bajo el cual se oculta
...
¡Si yo pudiera
presenciar la detención!

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— Tengamos paciencia
...
Entonces preferirá salir del barco entre los últimos,
cuando los ojos del viejo policía estén ya cansados
...
Apoyado en su paraguas, con aire indiferente,
Ganimard no parecía prestar atención a la muchedumbre que se agolpaba entre las
dos balaustradas
...

El marqués de Raverdan, el comandante Rawson, el italiano Rivolta fueron
desfilando, y otros, muchos otros
...

¡Pobre Rozaine! ¡No parecía repuesto todavía de sus desventuras!
— Quizá sea él, a pesar de todo — me dijo la señorita Nelly
...
Tome usted mi máquina, pues estoy demasiado cargado de
cosas
...
Rozaine
pasaba ya
...

Pero, entonces, Dios mío, ¿quién era Arsenio Lupin?
— Sí — dijo ella en voz alta —
...
Ella las observaba
sucesivamente con el temor confuso que una de ellas fuese él entre aquellas veinte
...

Ella se adelantó y yo la seguí
...

— Bien, ¿qué ocurre? — exclamé yo
...
¿Qué prisa tiene usted?
Y luego repitió con voz más imperiosa:
— Un momento, señor
...

Ganimard me observó profundamente, y luego, clavando sus ojos en los míos, me
dijo:

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— Arsenio Lupin, ¿no es así?
Yo me eché a reír
...

— Bernard de Andrézy ha muerto hace tres años en Macedonia
...
Y ese no
es el caso
...

— Estos son sus documentos
...

— Pero ¡usted está loco! Arsenio Lupin se ha embarcado bajo el nombre de R
...
¡Ah! Es usted muy valeroso, buen mozo
...
Vamos a ver, tú, Lupin, muestra que eres un buen jugador
...
De un golpe seco me golpeó en el antebrazo derecho
...
Había golpeado sobre la herida aún mal cerrada que hablaba el
telegrama
...
Era preciso resignarse
...
Esta escuchaba
lívida, vacilante
...
Hizo un ademán brusco y tuve la impresión, tuve la
certidumbre, que ella comprendió todo súbitamente
...
; sí, era allí exactamente donde se encontraban los veinte
mil francos de Rozaine y las perlas y los diamantes de lady Jerland
...
En ese momento solemne, cuando Ganimard y dos de sus ayudantes
me rodearon, todo me fue indiferente, tanto la detención como la hostilidad de las
gentes
...

Que hubiese contra mí esa prueba material y decisiva, yo ni pensaba siquiera en
temerlo
...
librosmaravillosos
...
Mezclada a los demás
pasajeros, se dirigió hacia la pasarela con mi máquina fotográfica en la mano
...
Será dentro de una
hora, dentro de un instante que ella la entregará
...

Luego la vi alejarse
...
Todo había terminado
...

Por un instante, quedé inmóvil, triste y a la vez penetrado de una dulce ternura, y
luego, con gran sorpresa de Ganimard, suspiré:
— Qué pena, a pesar de todo, el no ser un hombre honrado
...
El cúmulo de incidentes cuyo relato yo escribiría algún día había anudado
entre nosotros unas ligaduras
...

¿Su retrato? ¿Cómo podría pintarlo yo? Veinte veces he visto a Arsenio Lupin y
veinte veces es un ser diferente el que se me ha presentado
...

— Yo mismo — me dijo él, ya no sé bien quién soy
...

Humor, ciertamente, y paradoja, pero a la vez una verdad con respecto a aquellos
que se tropiezan con él y que ignoran sus recursos infinitos, su paciencia, su arte

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para maquillarse, su prodigiosa facultad para transformar hasta las proporciones de
su rostro y de alterar incluso la relación existente entre sus rasgos
...

Y con un poquito de orgullo precisa:
— Tanto mejor si no pueden decir jamás con entera certidumbre: "He aquí a
Arsenio Lupin"
...

Son algunos de sus actos, algunas de sus aventuras los que yo trato de reconstruir,
conforme a las confidencias de las cuales tuvo generosidad de hacerme partícipe, en
ciertas tardes de invierno, en el silencio de mi gabinete de trabajo
...
El arco de un puente lo une con la carretera
...
Alrededor, el agua tranquila del gran río juega entre
los cañaverales y las aguanieves tiemblan sobre la cresta húmeda de los guijarros
...

No hubo allí más que combates, cercos, asaltos, rapiñas y matanzas
...
Se cuentan misteriosas leyendas
...

En este antiguo refugio de héroes y de pícaros habita el barón Nathan Cahorn, el
barón Satán, como antaño le llamaban en la Bolsa, donde se enriqueció un tanto
bruscamente
...
Ha instalado

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allí sus admirables colecciones de muebles y de cuadros, de lozas y de maderas
talladas
...
Nadie penetra allí jamás
...

El barón Satán tiene miedo
...
Ama esos tesoros
...

Cada día, al ponerse el sol, las cuatro puertas de hierro forjado que dominan las dos
extremidades del puente de la entrada del patio de honor son cerradas y echados
los cerrojos
...

Por el lado del Sena, nada hay que temer: la roca se alza perpendicularmente
...
Y conforme a la regla cotidiana, fue el propio barón quien abrió
el pesado batiente
...
No soy otro que hubiera tomado y
vestido mi blusa y se hubiera puesto mi gorra
...

El cartero le hizo entrega de un montón de periódicos
...

— ¿Novedades?
— Una carta
...

Aislado, sin amigos ni nadie que se interesara por él, el barón jamás recibía carta
alguna, e inmediatamente todo ello lo pareció un acontecimiento de mal augurio por
el cual tenía motivos para inquietarse
...


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Firmó, mascullando algo
...
Aquel
contenía una hoja de papel cuadriculado, llevando como encabezado este
manuscrito: “Prisión de la Santé, París"
...

Estupefacto, leyó:
"Señor barón:
En la galería que une sus dos salones existe un cuadro de Felipe Champaigne
de excelente manufactura y que me agrada sobremanera, Sus Rubens son
también de mi agrado, así como el más pequeño de sus Watteau
...
En el de
la izquierda, toda la vitrina de las joyas y de las miniaturas
...
Por consiguiente, le ruego los haga embalar en forma
conveniente y expedirlos a mi nombre (a porte pagado) a la estación
ferroviaria de Batignolles, antes de las ocho
...
Y cual es justo, no me conformaré con objetos que no sean los
indicados
...

Arsenio Lupin
...
Sobre todo no me envíe el más grande de los Watteau
...
Consulte usted las Memorias inéditas de Garat
...
"

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Esta carta trastornó al barón de Cahorn
...
Verdad es que sabía que Lupin, detenido en América por su enemigo
Ganimard, se hallaba preso y que se estaba tramitando su proceso, y con qué
dificultad
...
Por
anticipado, pensaba que aquel conocimiento exacto del castillo, de la colocación de
los cuadros y de los muebles constituía un indicio de los más temibles
...
No,
decididamente no había peligro alguno
...

Nadie, sí; pero ¿y Arsenio Lupin? ¿Para Arsenio Lupin, acaso existen puertas,
puentes levadizos, murallas? ¿De qué sirven los obstáculos mejor imaginados, las
más hábiles precauciones, si Arsenio Lupin ha decidido apoderarse de un
determinado objeto?
Aquella misma noche escribió al fiscal de la República de Rouen, Le envió la carta
con las amenazas y pidió ayuda y protección
...
Todo lo
demostraba así, por igual la lógica que el buen sentido, que la realidad de los
hechos
...

"¡A pesar de ciertas analogías!" Estas palabras se grabaron especialmente en el
pensamiento del barón, pues en ellas veía la declaración de una duda que, en su
concepto, debiera ser suficiente para que la justicia interviniese
...
librosmaravillosos
...
No cesaba de releer la carta
...

Y aquella fecha exacta: la noche del miércoles 27 al jueves 28 de septiembre
...
No
obstante, por vez primera después de muchos años, experimentaba la necesidad de
hablar, de pedir y oír consejo
...

Los días pasaron
...

El Réveil de Caudebec publicaba este suelto:
“Tenemos el placer que se encuentre entre nuestras murallas, pronto hará tres
semanas, el inspector jefe Ganimard, uno de los veteranos del servicio de
seguridad
...
"
¡Ganimard! He ahí al auxiliar que buscaba el barón de Cahorn
...
Seis kilómetros separaban el castillo de la pequeña ciudad
de Caudebec
...

Tras varios intentos infructuosos para descubrir la dirección del inspector jefe, se
dirigió a las oficinas del Réveil, situadas en medio del muelle
...
Escuche, es aquel viejecito que se
divisa allí, bajo los árboles del paseo
...
¡Ah! Es un tipo extraño, que no tiene nada de hablador y, es más
bien malhumorado
...
librosmaravillosos
...
Pero no lo lograba
...

El otro escuchó inmóvil, sin perder de vista los peces a los que acechaba; después
volvió la cabeza hacia el barón, le miró de pies a cabeza y con un aire de profunda
lástima dijo:
— Señor, no es en modo alguno costumbre de prevenir a las personas que se las va
a despojar de lo suyo
...

— Sin embargo
...
Por desgracia, ese joven se encuentra detrás de las rejas
...

— Pero él
...

— No obstante
...
Mientras
tanto, duerma usted tranquilo y no asuste usted más a esta breca
...
El barón regresó a su casa un tanto tranquilizado
por la despreocupación manifestada por Ganimard
...

No, decididamente, cual lo había dicho Ganimard, no se previene a las personas a
quienes se va a despojar de lo suyo
...
La mañana del martes, víspera del 27, nada de particular
ocurrió
...
Era portador de un
despacho:
"No hay ningún paquete en la estación de Batignolles
...
"
Arsenio
...
librosmaravillosos
...

Corrió a Caudebec
...
Sin decir una palabra, le tendió el telegrama
...

— ¿Y qué? Pero si es mañana
...

— Fije usted el precio; yo soy rico, en extremo rico
...

— Nadie lo sabrá
...

— ¡Oh! No ocurrirá nada
...
Tres mil francos, ¿será bastante?
El inspector sorbió un poco de rapé, reflexionó y dejó caer estas palabras:
— Sea
...

— Me es igual
...
Pero, después de todo, nunca se sabe con ese diablo de Lupin
...
¿Está usted seguro de sus criados?
— En verdad
...
Voy a advertir por telegrama a dos mozones
amigos míos, que nos darán mayores seguridades
...
Hasta mañana a eso de las nueve
...
librosmaravillosos
...
No le
sorprendió nada equívoco
...
Estos vivían en un ala
del castillo cuya fachada daba a la carretera, pero un poco retirada de aquella y a
un extremo del primero
...

Tras un momento, escuchó pasos que se acercaban
...
Una vez
que

ya

se

dio

cuenta

de

la

disposición

de

los

diversos

lugares,

cerró

cuidadosamente las puertas y atrancó todas las entradas por donde pudiera
penetrarse en las salas amenazadas
...

— Y no cometan una tontería, ¿eh? No estamos aquí para dormir
...
Tengan igualmente cuidado por
el lado del agua
...

Los encerró allí, se llevó las llaves y le dijo al barón:
— Y ahora a nuestro puesto
...
Sobre el puente se abría una mirilla y otras sobre el patio
...

— ¿Usted, sin duda, me ha dicho, señor barón, que este pozo era la única entrada a
los subterráneos, y que hasta donde alcanza el recuerdo de los hombres ha estado
tapada?
— Sí
...

Alineó tres sillas, se tendió cómodamente sobre ellas, encendió su pipa y suspiró
...
librosmaravillosos
...
Yo le contaré esta historia al amigo Lupin y
reventará de risa
...
Con el oído al acecho interrogaba al silencio de la noche con
una creciente inquietud
...

Sonaron las once de la noche, la medianoche y la una
...

— ¿No oye usted?
— Sí
...

— No, no es eso
...

— ¡Ah! Perfectamente
...

— ¿Y entonces?
— Pues, entonces
...
Y, en verdad, yo, en lugar de usted, me
dormiría
...
Buenas noches
...
Ganimard pudo así reanudar su interrumpido sueño, y el
barón no escuchó otra cosa que los ronquidos de aquel, sonoros y regulares
...
Una grande y serena paz, la paz de la
mañana en la orilla del agua fresca, envolvía al castillo
...
Ningún ruido
...

— ¿Qué le había yo dicho a usted, señor barón? En el fondo, yo no debiera haber
aceptado
...

Tomó las llaves y penetró en la galería
...

— ¡Rayos y truenos! — gruñó el inspector
...

— ¡Los cuadros!
...

Balbucía sofocado y con la mano extendida hacia los lugares vacíos, hacia los muros
desnudos, donde resaltaban los clavos de colgar los cuadros y donde pendían unas

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cuerdas ahora inútiles
...

— Y mis candelabros Luis XVI
...
, y mi Virgen del
siglo doce
...
Recordaba los precios que había
pagado por aquellas obras y objetos, le añadía las pérdidas sufridas, acumulaba
cifras, todo ello en torbellino, en palabras que apenas se distinguían, en frases sin
acabar
...
Se
diría que se trataba de un hombre arruinado a quien ya no le queda otro recurso
que volarse la tapa de los sesos
...
Al contrario
del barón, aquel no se movía
...
¿Las ventanas? Cerradas
...

Ningún agujero en el techo
...
Todo aquello tenía que
haberse efectuado metódicamente, conforme a un plan inexorable y lógico
...
Arsenio Lupin
...

De pronto saltó sobre los dos agentes, como si al fin le hubiera impulsado la cólera,
los sacudió furiosamente y los injurió
...

— ¡Diablo! — exclamó —
...
?
Se inclinó sobre ellos y observó a uno tras otro con atención: dormían, pero con un
sueño que no tenía nada de natural
...

— Pero ¿quién?
— ¡Caramba! Fue él
...
Este golpe corresponde a su
estilo
...

— En ese caso, estoy perdido, no hay nada que hacer
...

— Pero esto es abominable, es monstruoso
...


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Arsenio Lupin, caballero y ladrón

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— ¿Y de qué servirá?
— Caramba
...
La justicia tiene recursos
...
Pero usted lo ve por sí mismo
...

— ¡Descubrir algo con Arsenio Lupin! Pero, ¡querido señor, Arsenio Lupin jamás deja
nada detrás de él! No hay casualidades con Arsenio Lupin
...

— Entonces, ¡yo debo renunciar a mis cuadros, a todo! Pero si lo que él me ha
robado son las perlas de mi colección
...
Si nada
se puede contra él, entonces que diga el precio
...

— Esas son palabras sensatas
...
Pero ¿por qué?
— Es una idea que se me ha ocurrido
...
Solamente que
no diga usted una sola palabra de mí, si usted pretende que yo tenga éxito
...

Los dos agentes recobraban poco a poco el conocimiento, con ese aire atontado de
quien sale de un sueño hipnótico
...
Cuando Ganimard los interrogó, no se acordaban de nada
...
¿No?
— No
...

— ¿Y no han bebido nada?
Reflexionaron, y uno de ellos respondió:
— Sí, yo he bebido un poco de agua
...


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— Y yo también — declaró el segundo
...
No tenía ningún gusto especial, ningún olor
...
No es en cinco
minutos que se resuelven los problemas planteados por Arsenio Lupin
...
Ha ganado la segunda partida, pero a mí me
corresponderá la definitiva
...

El suceso apasionaba a la opinión pública, pues, además de producirse en
circunstancias tan extrañas, el nombre de Arsenio Lupin excitaba a tal punto la
imaginación, que las historias más fantásticas llenaban las columnas de los
periódicos y eran objeto de aceptación entre el público
...
(y nadie
supo jamás quién le había comunicado el texto al periódico), aquella carta en que el
barón era audazmente prevenido de lo que le amenazaba, causó una gran emoción
...
Y la Policía, influida por ello, impulsó sus
investigaciones por ese camino
...
Se interrogó a cada una de sus piedras
...
A la luz de las antorchas se examinaron las cuevas y bodegas
inmensas, donde los antiguos señores del Malaquis almacenaban antaño sus
municiones y sus provisiones
...
Pero todo fue
en vano
...
No existía en
absoluto un pasadizo secreto
...
Se fueron a través de puertas
y ventanas, y las personas que se apoderaron de ellos se introdujeron y salieron del

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castillo igualmente por puertas y ventanas
...
El señor Dudouis, jefe de Seguridad, envió a sus mejores sabuesos de la
brigada llamada de hierro
...

Fue entonces cuando envió al inspector Ganimard, cuyos servicios había tenido
ocasión a menudo de apreciarlos
...
La
solución está fuera de él
...

— ¡En Arsenio Lupin! Suponer eso equivaldría a admitir su intervención en el robo
...
Y más aún: yo la considero como cosa segura
...

— Sí
...
Está vigilado, le concedo a usted esto
...
, a pesar de ello yo no cambiaría de opinión
...
, como, en efecto, lo ha tenido
...

— Pero unas palabras que constituyen realidades
...

Nuestro individuo no empleó en su juego procedimientos tan anticuados
...

— Entonces, ¿las conclusiones de usted cuáles son?
— Mis conclusiones son el pedirle a usted concretamente autorización para pasar
una hora con él
...
librosmaravillosos
...
Al regreso de América, durante la travesía, hemos mantenido excelentes
relaciones, y me atrevo a decir que siente cierta simpatía por quien logró detenerle
...

Era un poco después del mediodía cuando Ganimard fue llevado a la celda de
Arsenio Lupin
...

— ¡Ah, caramba! Esto es una verdadera sorpresa
...

— En este retiro que yo en persona he escogido deseaba muchas cosas
...

— Eres demasiado amable
...

— Y yo me siento orgulloso de ello
...
Vale
casi tanto
...
Pero, en
verdad, me siento desolado de no poder ofrecerte más que este banquillo
...
Perdóname,
pero estoy aquí de paso
...
Diablo, cómo se interesa el Gobierno por

...

— No
...

— Con las rentas de los demás
...
Pero estoy hablando demasiado, no digo más que
tonterías y seguramente tú tienes prisa
...
¿Qué es lo que
me proporciona el honor de tu visita?
— El asunto Cahorn — declaró Ganimard sin ambages
...
librosmaravillosos
...
Es que yo he tenido tantos asuntos
...
¡Ah!,
aquí está, ya lo encontré
...

Dos Rubens, un Watteau y algunos objetos menudos
...
Hay cosas mucho
mejores
...
Habla, pues, Ganimard
...
Ya he leído los periódicos de esta mañana
...

— Esa es precisamente la razón por la cual acudo a tu generosidad
...

— En primer lugar, esto: ¿el asunto ha sido llevado a cabo por ti realmente?
— Desde la A a la Z
...
Incluso debo tener en alguna parte los recibos del envío
...

— ¡Vaya! — gritó Ganimard —
...
Y, sin embargo, tú lees los periódicos y hasta
coleccionas recibos del correo
...
Es con eso con lo que yo he
contado
...
Vamos, cuéntame la aventura
...
¿Cómo voy a comunicarte mis secretos
...

— Entonces, ¿me habré equivocado al contar con tu complacencia?

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— No, Ganimard, y puesto que insistes
...

— ¡Ah! Asombrar al público
...
¿Cómo puedo yo, Arsenio Lupin, entretenerme en esas puerilidades?
¿Acaso habría yo escrito esa carta si hubiera podido desvalijar al barón sin
escribirle? ¡Caramba! Comprended tú y todos los demás que esa carta fue el punto
de partida indispensable, el recurso que, puso en movimiento toda la maquinaria
...

— Te escucho
...
¿Voy yo, acaso, a abandonar la partida y
renunciar a unos tesoros que ambiciono poseer, a pretexto que el castillo donde se
guardan es inaccesible?
— Evidentemente que no
...

— ¿Voy a introducirme en el castillo subrepticiamente?
— Imposible
...

— El medio es original
...
¿Qué
hará él?
— Enviará la carta al fiscal
...
librosmaravillosos
...
Entonces, el buen hombre enloquece y se siente dispuesto
a pedir auxilio al primero que se le presente
...

— Y si ocurre que lee en una hoja de repollo que un célebre policía se encuentra de
vacaciones en la vecina localidad
...

— Tú lo has dicho
...
¿Qué ocurrirá entonces?
— Que el redactor anunciará en el Réveil la presencia en Caudebec del mencionado
policía
...
Y ocurrirá una de estas dos cosas: o bien el pez (quiero decir Cahorn)
no muerde el anzuelo y entonces no sucede nada, o bien, y esta es la hipótesis más
verídica, corre a ver al policía todo emocionado
...

— Esto resulta cada vez más original
...

Luego, sumándose a todo ello, llega un nuevo despacho de Arsenio Lupin, para
espanto del barón, quien le suplica de nuevo a mi amigo y le ofrece tanto y cuanto
para que vigile por su seguridad
...
Es todo tan sencillo como el propio Arsenio
Lupin
...
Pero lo que
no veo es un policía que sea lo bastante ilustre para que su nombre haya podido
atraer y sugestionar al barón hasta ese punto
...
librosmaravillosos
...

— ¿Quién?
— El más ilustre de todos, el enemigo personal de Arsenio Lupin
...

— ¡Yo!
— Tú mismo, Ganimard
...
¡Vaya! Mi revancha
resulta cómica: yo hago detener a Ganimard por el propio Ganimard
...
El inspector, bastante vejado, se mordía
los labios
...

La llegada de un guardián de la prisión le dio ocasión de reponerse
...
Una vez que hubo depositado la bandeja sobre la mesa, el
guardián se retiró
...
Voy a revelarte una
cosa que te dejará estupefacto: el asunto Cahorn está a punto de cerrarse
...

— Entonces, de ser así, me despido del jefe de Seguridad
...
(perdóname), que el seudo
Ganimard ha quedado en excelentes relaciones con el barón
...

A cambio de lo cual retirará su denuncia
...
Y las
autoridades tendrán entonces que abandonar
...

— ¿Y cómo sabes tú todo eso?
— Acabo de recibir un despacho que yo esperaba
...
librosmaravillosos
...
Por delicadeza no he querido leerlo en tu presencia
...

— Te estás burlando de mí, Lupin
...

Comprobarás entonces por ti mismo que no me burlo de ti
...
Lanzó un grito de sorpresa
...
A ruego de Arsenio Lupin lo
desplegó
...
Leyó el texto siguiente:
"Acuerdo concluido
...
Todo marcha bien
...
Es poco; pero, en fin, los tiempos están malos
...
Si tú supieras a cuánto asciende mi
presupuesto
...

Ganimard se levantó
...
Reflexionó unos
momentos, y abarcó de un vistazo todo el asunto, para tratar de descubrir algún
punto débil en él
...

Arsenio Lupin adoptó un aire un tanto modesto, y respondió:
— ¡Bah!
...
, tanto más
cuanto que el golpe sólo podría tener éxito si yo estaba en la cárcel
...
¿Tu proceso, tu defensa, la instrucción del
sumario, todo eso no te basta para distraerte?
— No, puesto que he decidido no asistir a mi proceso
...


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— ¿De verdad?
— Mi querido amigo, ¿te imaginas, acaso, que voy a pudrirme sobre la húmeda
paja? Me insultas
...

— Hubiera sido más prudente el haber empezado por no entrar en ella — objetó el
inspector con tono irónico
...

— Me sorprendes
...

¿Comprendes, acaso, todo cuanto hay en ese hecho de ser mirado por una mujer a
la que se ama? El resto me importaba poco, te lo juro
...

— Después de mucho tiempo, permíteme que ahora lo comprenda así
...
No te rías
...
Y, además, me siento un tanto
neurasténico
...
En ciertos momentos es
preciso saber hacer lo que se llama una cura de aislamiento
...
Se practica la cura de la Santé en todo su rigor
...

— Ganimard — afirmó Lupin, hoy estamos a viernes
...

— Arsenio Lupin, yo te espero
...

— ¡Ganimard!
Este se volvió
...

— Ganimard, olvidas tu reloj
...
librosmaravillosos
...

Se lo devolvió, presentando sus excusas:
— Perdóname
...
No es razón suficiente el que
ellos me hayan quitado el mío para que yo te prive a ti del tuyo, tanto más cuanto
que tengo aquí un cronómetro del que no tengo motivos queja y que satisface
enteramente a mis necesidades
...

— ¿Y éste de qué bolsillo procede? — preguntó Ganimard
...

— J
...
¿De quién diablos puede ser?
...
Es de Julio Bouvier,
mi juez de instrucción
...

La Fuga de Arsenio Lupin
Cuando Arsenio Lupin, ya terminada su comida, sacaba de su bolsillo un magnífico
cigarro puro ornado con un anillo dorado y lo examinaba con complacencia, se abrió
la puerta de la celda
...
El guardia entró; era la hora del paseo de los presos
...

Salieron
...

Uno era el inspector Dieuzy y el otro el inspector Folenfant
...
No cabía duda alguna que Arsenio Lupin
conservaba sus relaciones con el exterior y mantenía comunicaciones con sus
cómplices
...
Unos días antes de la iniciación de
mi Proceso, yo iré a exigirle cuentas por ello
...
"

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La escritura era, efectivamente, de Arsenio Lupin
...
En consecuencia, también las recibía
...

La situación se hacía intolerable
...
Y desde su llegada envió
a dos hombres a la celda del detenido
...
Iban ya
a renunciar a su investigación, cuando el guardián acudió presuroso a ellos y les
dijo:
— El cajón
...
Cuando yo entré me pareció
que él estaba descansando
...
al cliente
...

— Un momento, hijo mío; el jefe hará el inventario
...

— Deje el habano y avisemos al jefe
...
Allí encontró primero
un paquete de artículos de periódicos, recortados por la Agencia Argus de la Presse,
que se referían a Arsenio Lupin; luego, una bolsa de tabaco, una pipa, papel del
llamado hoja de cebolla, y, por último, dos libros
...

Después de hojearlos comprobó que todas las páginas estaban marcadas,
subrayadas y anotadas
...


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Inspeccionó la bolsa de tabaco y la pipa
...

Con ademán maquinal de fumador se lo puso junto a la oreja y lo hizo crujir
...
El puro se había aplastado bajo la presión
de los dedos
...
Delicadamente, con ayuda de un alfiler, sacó un papel
enrollado, muy fino: apenas tenía el grueso de un palillo de dientes
...
La desenvolvió y leyó estas palabras, trazadas con menuda escritura de
mujer:
"La cesta ha tomado el lugar de la otra
...

Apoyando el pie exterior, la placa se levanta de arriba abajo
...
Pero ¿dónde? Respuesta
inmediata
...
"
El señor Dudouis reflexionó un instante, y dijo:
— Esto está suficientemente claro
...
, las ocho casillas
...

— Pero, y ese H— P, ¿qué esperará?
— H— P, en este caso debe de significar automóvil
...
¿No es así? Un veinticuatro H— P es un automóvil de veinticuatro caballos
...

— Y puesto que no ha leído todavía este mensaje, cual lo prueba el estado del
cigarro puro, esto demuestra que acababa de recibirlo
...
librosmaravillosos
...
Se le autorizó a hacer que le traigan sus comidas solamente para
hacerle caer en la trampa, y hasta ahora nada hemos encontrado entre los
alimentos
...
Por el momento manténganlo fuera
de la celda
...
Si él es de mi misma
opinión, haremos fotografiar inmediatamente esta carta, y dentro de una hora más,
usted podrá volver a meter en el cajón, además de esos objetos, un cigarro puro
idéntico, que contenga el mensaje original
...

No fue sin cierta curiosidad que el señor Dudouis regresó por la tarde a la oficina de
la Santé en compañía del inspector Dieuzy
...

— ¿Ya comió?
— Sí — respondió el director de la prisión
...
¿Nada?
— No, jefe
...
Hizo girar a
derecha e izquierda el mango del cuchillo
...
El cuchillo era hueco y servía de estuche a una hoja de papel
...
Pero no perdamos el tiempo
...

Y luego leyó:
“Yo me confío a ti
...
Yo iré delante
...
"
— En fin — dijo el señor Dudouis, frotándose las manos, creo que el asunto va por
buen camino
...

al menos éxito bastante para permitimos capturar a los cómplices
...
librosmaravillosos
...

— Emplearemos el número de hombres necesarios
...
, créame usted, sería tanto peor para él
...

Y, de hecho, Arsenio Lupin no hablaba mucho
...


Los

interrogatorios se reducían a unas cuantas charlas desprovistas de interés entre el
juez y el abogado Danval, uno de los príncipes de la abogacía, el cual, por lo demás,
sabía él mismo tanto sobre el acusado como cualquier recién llegado
...

— Entonces podría usted explicarme
...

Cansado de esa lucha, el juez había suspendido tales interrogatorios fastidiosos
...
Y en forma regular, a mediodía, Arsenio Lupin fue
llevado de la Santé a la prisión central, en el coche de la penitenciaría, con otro
grupo de detenidos
...

Pero, una tarde, ese regreso se realizó en condiciones particularmente extrañas
...
Por consiguiente, aquel subió solo
al coche:
Esos coches carcelarios, llamados vulgarmente "cestas de ensalada", están divididos
a lo largo, por un pasillo central, sobre el cual se abren diez casillas: cinco a
derecha y cinco a la izquierda
...
librosmaravillosos
...
Un guardián colocado al extremo
vigila el pasillo
...
Se dio cuenta que abandonaban la plaza del Horloge y que
pasaban ante el Palacio de Justicia
...

Inmediatamente algo se desprendió y la placa de hierro se apartó insensiblemente
...
Esperó con
los ojos al acecho
...
En la plaza de
Germain se detuvo
...
El tránsito
estaba interrumpido por esa causa, y muy pronto aquello se convirtió en un
amontonamiento de coches y de ómnibus
...
Otro coche carcelario se hallaba estacionado junto al
que ocupaba
...

Un cochero lo vio, se echó a reír y luego quiso dar la voz de alarma
...
Además, ya Arsenio Lupin estaba muy lejos de allí
...
Luego, con resolución, metió las
manos en los bolsillos y con el aire despreocupado de un paseante que deambula,
continuó subiendo el bulevar
...
Los cafés estaban
llenos de público
...

Pidió un vaso de cerveza y un paquete de cigarrillos
...
Por último,
levantóse y le pidió al camarero que llamase al gerente
...
librosmaravillosos
...
Pero quizá mi nombre
le sea a usted lo bastante conocido para que me otorgue un crédito por algunos
días: soy Arsenio Lupin
...
Pero Arsenio repitió:
— Lupin, detenido en la Santé y en estos momentos en situación de fugitivo
...

Y se alejó en medio de las risas y sin que el gerente pensara siquiera en reclamarle
...
La siguió con
calma, deteniéndose entre los escaparates y fumando cigarrillo tras cigarrillo
...
Las murallas de la prisión se elevaron bien pronto ante él
...

— Yo quisiera volver a mi celda
...

El guardia gruñó:
— Vamos, hombre, siga su camino y hágalo rápidamente
...
Es que mi camino pasa precisamente adentro de esa puerta
...

— ¡Arsenio Lupin! ¿Qué canción es esa que me canta usted?
— Lamento no tener aquí tarjetas mías — replicó Arsenio, fingiendo que hurgaba en
sus bolsillos
...
Luego, sin decir palabra,
como si lo hiciera contra su voluntad, tiró de la cuerda de una campanilla
...

Algunos minutos después, el director de la prisión acudió presuroso, gesticulando y
fingiendo una cólera violenta
...
¡Vaya! Tienen
la precaución de traerme solo en el coche, se prepara una bella interrupción en el

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tránsito y se imaginan que voy a dar con mis tacones en el pescuezo de tanto correr
para ir a reunirme con mis amigos
...
No hubiera salido vivo de todo eso
...
El día que yo quiera
escaparme no tendré necesidad de nadie para hacerlo
...
Todo había sido descubierto, incluso el
texto de las notas cambiadas entre el detenido y su misteriosa amiga, los medios
empleados para esa correspondencia, la complicidad de la Policía, el paseo por el
bulevar Michel y el incidente del café de la calle de Soufflot
...
Y acababa de averiguarse, además, este hecho sorprendente
que mostraba la infinita variedad de recursos que este hombre disponía: el coche
carcelario en que le habían transportado era un coche enteramente lleno de trucos,
con el cual su banda había sustituido a uno de los seis vehículos habituales que
componían el servicio de las cárceles
...

Por lo demás, él mismo la anunciaba en términos categóricos, como lo demostró su
respuesta al juez Bouvier, al día siguiente del incidente
...

— Yo no lo comprendo — masculló el juez
...

Y como quiera que el juez en el curso de este interrogatorio, que apareció palabra
por palabra en el Echo de France, volviera a seguir interrogándole, Lupin, con tono
de cansancio, exclamó:

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— ¡Dios mío, Dios mío! ¿De qué sirve? Todas esas preguntas no tienen ninguna
importancia
...

— ¿Que usted no asistirá
...
Nada me hará
transigir
...
Había en todo ello secretos que
solamente Arsenio Lupin conocía y cuya divulgación, en consecuencia, no podía
provenir sino de él mismo
...
Una noche bajó al piso inferior
...

Esto ya fue el silencio
...
Arsenio Lupin los pasó tendido sobre su
cama, con el rostro casi siempre vuelto contra la pared
...
Se negó a recibir las visitas de su abogado
...

Durante la quincena que precedió a su proceso pareció reanimarse
...
Lo hicieron salir al patio por la mañana muy temprano, escoltado
por dos hombres
...
Cada día era esperada la
noticia de su fuga
...
Arsenio Lupin debía fugarse
...
Incluso era causa de
sorpresa el que esa fuga tardara tanto tiempo en producirse
...

Y la víspera de comparecer ante el tribunal, un caballero se presentó en las oficinas
del Grand Journal, preguntó por el redactor de tribunales, le arrojó su tarjeta de
visita a la cara y se alejó rápidamente
...
librosmaravillosos
...

Fue bajo tales condiciones como se inició la vista de la causa
...
No había nadie que no quisiera ver al famoso
Arsenio Lupin y que no saborease por anticipado la forma en que se mofaría del
presidente del tribunal
...

Llovía
...
Sin embargo, su actitud lenta, la
forma en que se dejó caer pesadamente sobre el asiento que le estaba destinado,
su inmovilidad indiferente y pasiva, no previnieron al público en su favor
...
Pero Lupin inclinaba la cabeza y callaba
...
Diga su nombre, apellidos, edad y profesión
...
Le he preguntado su nombre
...

Se alzaron murmullos entre el público
...
Como es, aproximadamente, el octavo
nombre que usted se aplica y que sin duda es tan imaginario como los demás,
nosotros nos atendremos, si usted no tiene inconveniente, al de Arsenio Lupin, bajo
el cual es usted más ampliamente conocido
...
Usted presenta el caso bastante original en nuestra sociedad
moderna de no tener ningún pasado
...
librosmaravillosos
...
Usted surgió de un
golpe, hace tres años, procedente no se sabe exactamente de qué medio, para
revelarse súbitamente como Arsenio Lupin, es decir, un extraño compuesto de
inteligencia y de perversión, de inmoralidad y de generosidad
...
Es probable
que el llamado Rostat, que trabajaba hace ocho años al lado del prestidigitador
Dickson, no fuera otro que Arsenio Lupin
...
Y Arsenio Lupin era igualmente el profesor de lucha
japonesa que se estableció en París mucho antes que aquí se hablase de jiujitsu
...
Arsenio Lupin
puede ser también aquel que salvó a tantas personas sacándolas por el pequeño
tragaluz en el incendio del Bazar de la Caridad
...

Y después de una pausa, el presidente concluyó:
— Así es esta época que parece no haber sido más que una preparación minuciosa
para la lucha que usted ha emprendido contra la sociedad, un aprendizaje metódico
en el cual usted llevaba al grado máximo su fuerza, su energía y su habilidad
...
Bajo la luz, ya más viva, se observaron
su extrema delgadez, sus mejillas hundidas, sus pómulos extrañamente salientes,
su rostro color terroso, marcado con pequeñas manchas rojizas y encuadrado por
una barba desigual y rala
...

No se reconocía en él ya la silueta elegante y el rostro jovial de los cuales los
periódicos habían publicado tan a menudo el simpático retrato
...
Por dos veces le fue repetida
...


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El presidente se echó a reír, y dijo:
— Yo no me doy cuenta exacta del sistema de defensa que usted ha adoptado,
Arsenio Lupin
...
Por lo que a mí respecta, yo iré derecho al objetivo sin preocuparme de sus
fantasías
...
A veces interrogaba al acusado
...

Comenzó el desfile de los testigos
...
Una desconcertante oscuridad envolvía los debates
...

No obstante, desde el comienzo, el viejo policía causó cierta decepción
...
Varias veces volvió los ojos hacia el acusado con una inquietud visible
...
Se
le escuchaba con avidez, cual se escucharía el relato de las aventuras más
apasionantes
...

Era evidente que algún otro pensamiento le obsesionaba
...

— No, no
...

Se calló, miró larga y profundamente al acusado y luego dijo:
— Pido autorización para examinar al acusado más de cerca; hay un misterio en
esto que es preciso que yo esclarezca
...
Y desde allí, con tono un tanto solemne,
anunció:
— Señor presidente, yo afirmo que este hombre que está aquí frente a mí no es
Arsenio Lupin
...
librosmaravillosos
...
El presidente, sorprendido en un principio,
exclamó:
— Pero ¿qué dice usted? ¡Usted está loco!
El inspector afirmó con tranquilidad:
— A primera vista uno puede dejarse convencer por un parecido que existe, en
efecto, yo lo confieso, pero basta echarle una segunda mirada para descubrir el
error
...
, en fin
...
Y no digamos los ojos
...
¿Qué pretende usted, testigo?
— ¿Acaso lo sé yo? Habrán puesto en su lugar
...

Se escucharon entre el público gritos, risas y exclamaciones que provenían de todas
partes en medio de ese inesperado golpe teatral
...

Al reanudarse la vista de la causa, el señor Bouvier y el director de la prisión, en
presencia del acusado, declararon que no existía entre aquel hombre y Arsenio
Lupin más que un vago parecido en los rasgos personales
...
En una sorprendente contradicción
identificaron al detenido, uno tras otro, como el hombre de cuya vigilancia habían
sido encargados
...

Pero uno de los guardianes añadió:
— Sí, sí, creo enteramente que es él
...
Me lo entregaron por la noche y desde hace
dos meses ha permanecido con la cara vuelta hacia la pared
...

El director de la cárcel aclaró ese punto diciendo:

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— Hemos cambiado de celda al detenido después de su intento de fuga
...
Se mantenía quieto y tranquilo
...

— Entonces, ¿quién es?
— Yo no podría decirlo
...
¿Cómo se explica usted eso?
— Me parece imposible
...
Trató de responder
...
Había pasado allí una noche y una mañana
...
Pero cuando atravesaba el
patio de la prisión, dos guardias lo apresaron por los brazos y lo condujeron hasta el
coche carcelario
...
Le daban bien de comer
...
Por ello
no había protestado
...
En medio de las risas y de una gran efervescencia del
público, el presidente aplazó la sesión a fin de realizar una investigación
suplementaria
...
Puesto en libertad a la
mañana siguiente, abandonaba la prisión a las dos horas de la tarde
...
librosmaravillosos
...

¿Habían cometido un error los guardianes? ¿Acaso, confundidos por el parecido en
un momento de falta de atención, habían sustituido a su preso por este hombre?
Para ello era preciso que hubieran puesto en todo una confianza que sus órdenes de
servicio no permitían suponer
...
Pero, entonces,
¿por qué milagro semejante plan, fundado únicamente sobre una serie de
posibilidades inverosímiles, de coincidencias fortuitas y de fabulosos errores, había
podido tener éxito?
Desiderio Baudru fue llevado al servicio antropométrico: ninguna ficha de las
existentes allí correspondía a sus señas
...
En Courbevoie, en Asniéres y en Levallois era conocido
...
Sin embargo, desde hacía un año había
desaparecido
...
Y aunque hubiera
sido así, no por ello se hubiera logrado saber más sobre la fuga del prisionero
...
De las veinte hipótesis con las que se
intentaba explicar el hecho, ninguna resultaba satisfactoria
...
"
Al

cabo

de

un

mes

de

minuciosas

investigaciones,

el

enigma

continuaba

manteniendo el carácter de indescifrable
...
El procesarlo habría resultado

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ridículo, porque ¿qué cargos existían contra él? La orden de ponerlo en libertad fue
firmada por el juez de instrucción
...

Esta idea provino de Ganimard
...
Baudru era solo un instrumento al cual Arsenio Lupin había utilizado
con su extraordinaria habilidad
...

Se nombró para auxiliar a Ganimard a los dos inspectores Folenfant y Dieuzy, y una
mañana de enero, con tiempo brumoso, las puertas de la prisión fueron abiertas
para dejar libre a Desiderio Baudru
...
Siguió por la calle de la Santé y
la calle Jacques
...

Atravesó el Sena
...
Intentó subir a él, pero
no había lugar
...

En ese momento, Ganimard llamó a sus dos ayudantes para que se situaran junto a
él, y, sin apartar su vista de las oficinas de los ómnibus, les dijo con premura:
— Paren ustedes un coche
...
Yo iré con uno
de ustedes y le seguiremos
...
Mientras tanto, Baudru no aparecía a la vista
...

— Pero qué idiota soy — murmuró Ganimard—; me olvidé que había otra salida
...
Ganimard se apresuró
...
Echó a correr y
alcanzó el ómnibus, pero los dos agentes se habían perdido atrás
...

Enfurecido, estuvo a punto de agarrar a Baudru por el cuello sin más ceremonias
...
librosmaravillosos
...
Este dormitaba sobre el asiento mientras su cabeza oscilaba de
un lado a otro
...
No, aquel no era un enemigo capaz de jugársela al viejo
Ganimard
...

En la encrucijada de las Galerías Lafayette, el hombre saltó del ómnibus y subió al
tranvía de la Muette
...

Baudru bajó delante de la estación de la Muette y, con paso tranquilo, se internó en
el bosque de Bolonia
...
¿Qué buscaba?
¿Tenía algún objetivo?
Después de una hora de esas andanzas, parecía desorientado y cansado
...
El lugar, situado no lejos de Auteuil, al borde de
un pequeño lago escondido entre los árboles, estaba absolutamente desierto
...
Impaciente, Ganimard resolvió entrar en conversación
...
Encendió un cigarrillo, trazó
sobre la arena unos círculos con la punta de su bastón, y luego dijo:
— No hace calor, ¿verdad?
Hubo un silencio
...
Era una
risa alegre, feliz, la risa de un niño al que le hubiera atacado la locura de reír y no
pudiera contenerse
...
Aquella risa
...

Con ademán brusco agarro a aquel hombre por las solapas de la americana y le
miró profunda, violentamente, con mayor intensidad aún de lo que le había mirado
en la audiencia, y en verdad ya no era aquel mismo hombre que él había visto allí
...
Ayudado
por una voluntad cómplice, volvía a recobrar la vida ardiente de sus ojos, había
rellenado la delgadez del rostro, se le veía la carne sobre la epidermis, con la boca
real a través del rictus que la deformaba
...
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...

— ¡Arsenio Lupin! ¡Arsenio Lupin! — balbució
...
A pesar de sus cincuenta años poseía aún un vigor poco común,
mientras su adversario parecía hallarse en bastante mala situación
...
Arsenio Lupin se defendió con facilidad, y con igual prontitud
que había sido atacado, hizo que Ganimard largara su presa
...

— Si en el muelle de los Orfévres les enseñaran la lucha del jiujitsu — declaró Lupin,
entonces sabrías que este golpe se llama udi- shi- ghi en japonés
...
¿Cómo es posible que tú, un viejo amigo a quien estimo, y ante el cual
aparto el velo de mi incógnito espontáneamente, abuses de mi confianza? Eso está
mal
...
Esta fuga, de la cual él se consideraba responsable, ¿acaso no
había sido él quien con su testimonio sensacional había inducido a la justicia al
error?, esta evasión le parecía el hecho más vergonzoso de su carrera
...

— Vaya por Dios, Ganimard, no te disgustes; si tú me hubieras hablado, yo me las
habría arreglado para que otro hablase
...
¿Podía yo admitir que condenaran
a Desiderio Baudru?
— Entonces, ¿eras tú el que estaba allí?
...

— Yo, siempre yo, únicamente yo
...
Basta, cual lo dijo ese magnífico
presidente, prepararse durante una docena de años para estar ya dispuesto para
todas las eventualidades
...
librosmaravillosos
...
Pensé que aquel que un día tendría el honor de
llamarse Arsenio Lupin debía sustraerse a las leyes ordinarias de la apariencia y de
la identidad
...
Una
determinada inyección hipodérmica de parafina hincha la piel en el lugar escogido
...
El jugo de la celidonia grande te
pone manchas y tumores del efecto más feliz
...
Y suma a todo eso dos meses de régimen alimenticio en la celda número
veinticuatro, unos ejercicios mil veces repetidos para abrir mi boca con arreglo a
este rictus, para llevar la cabeza conforme a esta inclinación y mi espalda con
arreglo a esta curva
...

— Yo no concibo que los guardias
...
No pudieron observar la evolución cotidiana
...
Es un pobre inocente a quien conocí el año pasado y que
verdaderamente no deja de presentar una cierta analogía de rasgos conmigo
...
Mis amigos le
hicieron pasar una noche en la prisión central, de manera que saliera poco más o
menos a la misma hora que yo y que la coincidencia fuese fácil de comprobar
...
De modo que
presentándoles a ese excelente Baudru era inevitable, ¿entiendes?, inevitable que
pasasen por encima de él y que, a pesar de las dificultades insuperables de una
sustitución, prefiriesen creer en la sustitución, más bien que confesar su ignorancia
...

— Y además — agregó Arsenio Lupin, yo tenía entre mis manos un triunfo
formidable, una carta maquinada por mí desde un principio: la espera en que todo
el mundo estaba de mi fuga
...
librosmaravillosos
...
Pero yo, Arsenio Lupin, ¿iba, acaso, a sentir semejante debilidad? Y al
igual que en el asunto Cahorn, ustedes no se han dicho: "Desde el momento que
Arsenio Lupin grita a los cuatro vientos que se evadirá, es que tiene razones para
creerlo así"
...
, sin fugarme,
era preciso que se creyera desde un principio y por anticipado en esa fuga, que esta
fuese un artículo de fe, una convicción absoluta, una verdad resplandeciente como
el sol
...
Arsenio Lupin se fugaría, Arsenio Lupin no asistiría
a su proceso
...
Si una sola persona hubiera dudado, si una sola hubiera
emitido esta simple limitación: "¿Y si, en efecto, fuese Arsenio Lupin?", en el mismo
instante yo habría quedado perdido
...

Pero yo estaba tranquilo
...

De pronto tomó la mano de Ganimard
...

— ¿Y tu coche carcelario? — dijo Ganimard, evitando responder a la pregunta de
Arsenio
...
Fueron mis amigos que reconstruyeron ese carruaje viejo y fuera
de uso, con el cual intentaban dar el golpe
...
Solamente que me
pareció útil el llevar a cabo ese intento de evasión y darle la mayor publicidad
...


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— De modo que el cigarro puro
...

— ¿Y las notas?
— Estaban escritas por mí
...
Yo escribo con todos los tipos de letra a voluntad
...

— ¡Vamos!
— O, cuando menos, es falsa
...
El
sistema Bertillon lleva, en primer lugar, la señal visual (y bien ves que no es
infalible), y seguidamente las señales conforme a las medidas: medida de la cabeza,
de los dedos, de las orejas, etcétera
...

— ¿Y entonces?
— Entonces fue preciso pagar
...
Y con eso es suficiente para que todo el sistema quede
desorganizado, de forma que una ficha es clasificada en una caja diametralmente
opuesta a aquella en la cual debiera estar
...

Se produjo un silencio, y luego Ganimard preguntó: — ¿Y ahora? ¿Qué vas a hacer?


Ahora



exclamó

Lupin—

voy

a

descansar,

seguir

un

régimen

de

sobrealimentación y, poco a poco, volver a ser yo mismo
...
Pero llega el momento en que uno no se
reconoce a sí mismo con todo ello, y eso resulta demasiado triste
...
Voy
a buscarme a mí mismo de nuevo
...

Se paseó de arriba abajo
...
Se
detuvo frente a Ganimard
...
librosmaravillosos
...

— Sí — respondió el inspector, yo quisiera saber sí tú revelarás la verdad sobre tu
fuga
...

— ¡Oh! Nadie sabrá jamás que fue Arsenio Lupin el que fue puesto en libertad
...
Así, pues, no
temas nada, mi buen amigo, y adiós
...

— Y yo que te creía tan ansioso de descanso
...

El descanso comenzará mañana
...

El Viajero Misterioso
La víspera yo había enviado mi automóvil a Rouen por carretera
...

Mas en París, unos minutos antes de la partida, siete caballeros invadieron mi
departamento en el vagón; cinco de ellos fumaban
...

Por consiguiente, tomé mi abrigo, mis periódicos y mí guía de ferrocarriles y me
refugié en uno de los departamentos vecinos
...
Al verme hizo un gesto de contrariedad — que no escapó a
mi observación— y se inclinó hacia un señor que se encontraba de pie en el estribo,
su marido sin duda, y que la había acompañado a la estación
...
A su
vez, ella sonrió también y me dirigió una mirada amistosa, como si comprendiera de
pronto que yo era uno de esos caballeros educados con los cuales una mujer puede

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permanecer encerrada dos horas en una pequeña caja de seis pies cuadrados sin
que tenga nada que temer
...

La besó con afecto y se marchó
...

Se escuchó el silbido de la locomotora y el tren se puso en marcha
...
Mi compañera, que
se encontraba en pie y estaba poniendo en orden sus cosas en la red para
equipajes, lanzó un grito de miedo y cayó de espaldas sobre el asiento
...
Me parecen cosas equívocas y poco naturales
...

Sin embargo, el aspecto del recién llegado y su actitud eran más bien de naturaleza
a atenuar la mala impresión producida por su proceder
...
Pero ¿dónde había yo visto antes aquel rostro?
Porque, no cabía duda posible, yo lo había visto con anterioridad
...
Pero, al mismo tiempo, yo sentía la inutilidad de todo esfuerzo de mi
memoria, a tal grado aquel recuerdo resultaba inconsistente y vago
...
Miraba a nuestro compañero de
viaje, sentado del mismo lado que ella, con una expresión de verdadero miedo, y
comprobé que una de sus manos, toda temblorosa, se deslizaba hacia una pequeña
bolsa de viaje colocada sobre el asiento, a veinte centímetros de sus rodillas
...

Nuestros ojos se encontraron, y yo leí en los suyos tanta angustia y ansiedad, que
no pude menos de decirle:

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— ¿Se siente usted mal, señora?
...
Yo sonreí
lo mismo que había hecho su marido, me encogí de hombros y por señas le expliqué
que ella nada tenía que temer, que yo estaba allí y que, por lo demás, aquel
caballero parecía completamente inofensivo
...

Se produjo un silencio, pero la señora, cual si hubiese hecho acopio de todas sus
energías para llevar a cabo un acto desesperado, me dijo con voz apenas inteligible
...
, él
...

— Pero ¿quién es él?
— ¡Arsenio Lupin!
Ella no apartaba sus ojos del otro viajero, y era más bien a él a quien dirigía las
sílabas de aquel nombre inquietante
...
¿Acaso hacía esto para
enmascarar su turbación, o bien se preparaba para dormir?
Yo opuse esta objeción:
— Arsenio Lupin fue condenado ayer en rebeldía a veinte años de trabajos forzados
...
Además, ¿acaso los periódicos no han señalado su presencia en Turquía,
este invierno, después de su famosa fuga de la Santé?
— El se encuentra en este tren — repitió la dama con la intención cada vez más
evidente de hacerse oír de nuestro compañero de departamento —; mi marido es
subdirector de los servicios penitenciarios y fue el propio comisario de la estación
quien nos dijo que estaban operando en la busca y captura de Arsenio Lupin
...

— Fue visto en la sala de espera
...

— Pues en ese momento era fácil el echarle la mano
...
librosmaravillosos
...
El revisor de servicio en la entrada de las salas
de espera no le ha visto, pero se suponía que había pasado por los andenes de los
trenes de los suburbios y que subió al tren expreso que sale diez minutos después
del nuestro
...

— ¿Y si en el último momento ha saltado de ese expreso a nuestro tren y viene
aquí
...
, como es seguro?
— En ese caso es aquí donde será apresado
...

— ¿A él? Jamás
...

— En ese caso, le deseo buen viaje
...

La señora estaba muy agitada y, en realidad, la situación justificaba hasta cierto
punto esa sobreexcitación nerviosa
...
Pero tranquilícese usted
...

Pero mis palabras no la tranquilizaron en absoluto
...

Yo abrí el periódico y leí los relatos del proceso de Arsenio Lupin
...

Además, me sentía cansado, había dormido mal, sentí pesadez en los párpados y
que mi cabeza se inclinaba
...
No va usted a dormirse
...

— Evidentemente que no — le repliqué—; no tengo gana alguna de dormir
...


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— Sí, la mayor — repetí yo
...
Pero muy pronto todo ello se embrolló en el
espacio, la imagen de aquella dama agitada y, del caballero adormilado se borraron
de mi mente y me invadió el grande y profundo silencio del sueño
...
Evolucionaba en el horizonte, con la espalda cargada de objetos
preciosos, atravesaba paredes y desvalijaba castillos
...
Avanzaba hacia mí, se hacía cada vez más grande, saltaba dentro del
vagón con una agilidad increíble y caía de lleno sobre mi pecho
...
, lancé un grito desgarrado
...
El hombre, el viajero,
con una rodilla apoyada contra mi pecho, me apretaba con sus manos la garganta
...
Vi también a
la dama, atacada de convulsiones en un rincón del departamento y presa de un
ataque de nervios
...
Por lo demás, no hubiera tenido
fuerzas para ello: mis sienes parecían estallar
...
, respiraba con
dificultad
...
y hubiera sido la asfixia
...
En un instante quedé agarrotado,
amordazado e inmovilizado
...
Ni una palabra, ni un movimiento febril
...
Y
allí estaba yo sobre el asiento, amarrado como una momia, yo
...

En verdad era cosa de risa
...

Arsenio Lupin amarrado como un novicio
...
, porque,
bien entendido, aquel bandido me aligeró de mi bolsa y de mi cartera
...
¡Qué aventura!

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Quedaba la dama
...
Se conformó con apoderarse de
la pequeña bolsa que yacía caída sobre la alfombra y extraer de ella las alhajas, el
portamonedas y las cosas menudas de oro y plata que contenía
...
El
individuo tomó las sortijas y las miró; ella se desmayó
...

Yo estaba mucho menos satisfecho que él
...
Pero por el momento me atenazaba una
preocupación mucho más inmediata y seria: ¿qué es lo que iba a ocurrir?
Como cabe suponer, la agitación provocada por mi paso a través de la estación de
Lazare no había escapado a mi atención
...

Además, había sido visto un hombre — Arsenio Lupin, sin duda— precipitarse
abandonando el expreso para tomar el rápido
...

Yo preveía todo eso, pero no me había emocionado demasiado, en la certidumbre
que la Policía de Rouen no sería más perspicaz que la de París y que yo sabría
arreglármelas para pasar inadvertido
...
librosmaravillosos
...
Y me era imposible intentar uno de
mis golpes habituales
...
No le quedaba ya más que
hacerse cargo del paquete, lo mismo que se recibe un paquete postal dirigido a la
estación, una banasta, con piezas de caza o una cesta de frutas y legumbres
...

Había otro problema que me intrigaba, en el cual estaba menos directamente
interesado, pero cuya solución despertaba mi curiosidad de profesional: ¿cuáles
eran las intenciones de mi compañero? Si yo fuera el único en el departamento, él
tendría tiempo suficiente para bajar en Rouen con toda tranquilidad
...

De ahí mi asombro
...
No obstante, en una
ocasión se volvió, tomó mi guía de ferrocarriles y la consultó
...
Pero experimentaba golpes de tos provocados por el humo del
tabaco que desmentían el desvanecimiento
...
Mientras tanto, yo
proyectaba
...
Pasamos por Pont— de— L'Arche, Oisse
...

Etienne
...


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Pero ¿cuál era el propósito de aquel hombre? Bajó el cristal de la ventanilla de
nuestro lado
...
Lanzó la mirada sobre la red de los equipajes
...
Cogió igualmente mi abrigo y se lo puso
...
Se remangó las vueltas de los pantalones, y
después se inclinó y levantó el cierre exterior de la puerta del departamento
...
Nos internamos en el túnel perforado en la cota Sainte— Catherine
...
¡Qué locura! Las
tinieblas, el humo, el estrépito
...
Pero, súbitamente, el tren disminuyó la marcha, los frenos
aminoraron el impulso de las ruedas
...
Sin duda alguna estaban realizándose trabajos de
reparación de la vía en esa parte del túnel, que obligaban a los trenes a disminuir la
velocidad; esos trabajos debían de estarse realizando desde hacía varios días y el
hombre lo sabía
...

Apenas había desaparecido, cuando la luz del día iluminó el humo del túnel, dándole
un tono blanquecino
...
Otro túnel más y
ya estaríamos en Rouen
...
Yo le imploré con la mirada
...
Intentó igualmente
desatar mis ligaduras, pero yo lo impedí
...
Es preciso que la Policía vea las cosas tal como están
...

— ¿Y si yo tirara de la señal de alarma?
— Es ya demasiado tarde; era preciso haber pensado en eso mientras él me
atacaba
...
librosmaravillosos
...
¡Ah señor! Ya se lo había dicho yo que él
viajaba en este tren
...
Y ahí va, llevándose
mis alhajas
...

— ¡Volver a encontrar a Arsenio Lupin! Jamás
...
Escuche
...
Los agentes y los empleados
acudirán
...
Déles sus señas: sombrero
blando, un paraguas (el de usted), un abrigo gris entallado
...

— ¿Cómo el mío? No; el suyo
...

— Pues a mí me pareció que él no traía abrigo cuando subió al tren
...
, a menos que no se trate de una prenda olvidada por cualquiera en la
red
...
; un
abrigo gris entallado, recuérdelo bien
...
; dígales el nombre de
usted desde el primer momento
...

Estábamos llegando
...
Con voz un tanto fuerte, casi imperiosa, para que mis palabras se
grabaran bien en su cerebro, volví a decirle:
— Diga también mi nombre: Guillermo Berlat
...
Esto nos hará ganar tiempo
...
; lo importante es que se emprenda la persecución de
Arsenio Lupin
...
No hay lugar a confusión, ¿verdad? Guillermo
Berlat, un amigo del marido de usted
...
Guillermo Berlat
...
Todavía el tren no se había detenido, cuando ya
un señor subía al departamento seguido de varios hombres
...

Sofocada, la señora exclamó:

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— Arsenio Lupin
...
, me ha robado mis alhajas
...
, mi marido es subdirector de los servicios penitenciarios
...
, ustedes
deben saber
...
Acongojada, la dama añadió:
— Sí, Arsenio Lupin
...
El señor
Berlat, amigo de mi marido
...

— ¿Está usted segura que era él?
— ¡Que si estoy segura! Le reconocí perfectamente
...
Llevaba un sombrero blando
...

— Un sombrero blando, yo lo aseguro — repitió la señora Renaud, y un abrigo gris
entallado
...

— Sí
...
, exactamente — exclamó la señora
Renaud, triunfante
...
¡Ah, qué valiente y excelente amiga tenía yo en ella!
...
Me mordí
violentamente los labios y brotó la sangre
...
Si se procede con diligencia, se
le apresará
...

Aquel vagón, que habría de servir para las comprobaciones de la Policía, fue
desenganchado del tren
...
Fuimos llevados a la

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oficina del jefe de estación en medio de una multitud de curiosos que llenaban el
andén
...
El esperar allí era peligroso
...

Sí, pero ¿y mi ladrón? Abandonado a mis propios recursos y en una región que no
me era muy familiar, no me cabía esperar el alcanzarle
...
Hagamos frente a la situación y quedémonos
...
Y lo que va en ella vale la pena,"
Nos rogaron que renováramos provisionalmente nuestras declaraciones, y yo
exclamé:
Señor comisario, en estos momentos Arsenio Lupin toma cada vez más ventaja
sobre la justicia
...
Si usted quiere
hacerme el honor de subir a él
...

El comisario sonrió con aire sutil:
— La idea no es mala
...

— ¡Ah!
— Sí, señor; dos de mis agentes han salido en bicicleta
...

Pero ¿adónde van?
— A la propia salida del túnel
...
Y le seguirán la pista a Arsenio Lupin
...

— Sus agentes no recogerán ni huellas ni testimonios
...

— Desde allí a Rouen, donde nosotros le echaremos el guante
...

— Entonces permanecerá en los alrededores, donde estamos todavía más seguros
de apresarle
...

— ¡Oh, oh! ¿Dónde se ocultará, entonces?

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Saqué mi reloj
...
A las diez y
cincuenta, es decir, dentro de veintidós minutos, tomará el tren que va de Rouen a
la estación del Norte de Amiens
...
En el departamento del vagón, Arsenio Lupin consultó
mi guía de ferrocarriles
...
A mi vez he consultado mi guía
...

— En verdad, señor, es una maravillosa deducción
...
El comisario me miraba con sorpresa y me pareció ver traslucir
en él un asomo de sospecha
...
Mas, a pesar de todo, parecía turbado,
confusamente inquieto
...
Algo de equívoco, Y de incierto detenía nuestras
palabras
...
¿La suerte iba
a volverse contra mí? Dominándome, me eché a reír
...
Y me parece que si usted fuera tan amable de cederme a
dos de sus agentes, entre ellos y yo quizá pudiéramos
...
Haga lo que
el señor Berlat dice
...
Pronunciado por ella, esposa
de un personaje influyente, aquel nombre de Berlat se convertía verdaderamente en
el mío y me confería una identidad inmune al alcance de toda sospecha
...
Yo deseo tanto como
usted la detención de Arsenio Lupin
...
librosmaravillosos
...
Dos de sus agentes, a quienes me presentó como
Honorato Massol y Gastón Delivet, tomaron asiento en el coche
...

Mi chofer dio vuelta a la manivela para poner el vehículo en marcha
...
Estaba salvado
...
El motor roncaba armoniosamente
...
Y ya libre, fuera de
peligro, ahora no tenía más que hacer que arreglar mis pequeños asuntos
personales, con el concurso de aquellos dos honrados representantes de la fuerza
pública
...

Pero no todo había acabado
...
Me quedaba, en primer lugar,
echarle mano a aquel individuo y apoderarme yo mismo de los papeles que me
había robado
...
Servirme de
los dos agentes y actuar al margen de ellos, he ahí lo que yo quería y que no era
fácil en absoluto
...
Cierto es que
tuve el consuelo de averiguar que un individuo que vestía un abrigo gris entallado y
con el cuello de terciopelo negro había subido a uno de los departamentos de
segunda clase, provisto de un billete para Amiens
...

Delivet me dijo:
— Ese tren es expreso y no se detendrá más que en Montérolier— Buchy, dentro de
diecinueve minutos
...


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— ¿A qué distancia está Montérolier?
— A veintitrés kilómetros
...
Entonces llegaremos antes que él
...
Me parecía cual si yo le comunicara mi
voluntad directamente, sin el intermediario de pedales y palancas
...
Aprobaba mi obstinación
...
Aquel traidor, ¿conseguiría apoderarme de él? ¿Se
burlaría una vez más de la autoridad, de aquella autoridad de la cual yo era la
encarnación?
— ¡A la derecha! — gritaba Delivet—
...
Todo derecho
...
Los guardacantones tenían el aspecto de
animalitos porosos que se desvanecían ante nuestra proximidad
...
A la llegada habíamos derrotado al tren
...
Las portezuelas se abrieron
...
Pero no mi ladrón
...
Ni rastro
de Arsenio Lupin
...
Probablemente me reconoció en el automóvil
mientras corríamos lado a lado con el tren y habrá saltado de éste antes de llegar
...
Había visto a un hombre que bajaba dando
tumbos a lo largo del terraplén, doscientos metros antes de la estación
...
, allá abajo
...

Me abalancé seguido de mis dos acólitos, o, más bien, seguido de uno de ellos, pues
el otro, Massol, era un corredor extraordinario que tenía tanta velocidad como fondo
En

pocos

instantes,

el

espacio

que

le

separaba

del

fugitivo

disminuyó

singularmente
...
Le vimos todavía más lejos penetrando en un pequeño
bosque
...
librosmaravillosos
...
Había juzgado
inútil aventurarse más adentro, por temor a perdernos
...
Después de semejante carrera,
nuestro individuo debe de tener agotada la respiración
...

Inspeccioné los alrededores, a la par que reflexionaba en los medios para proceder
yo solo a la detención del fugitivo, a fin de recuperar cosas que la Policía no habría,
sin duda, tolerado que yo recuperase sino después de muchas investigaciones
desagradables
...

— Bien
...
Usted, Massol, se sitúa a la izquierda
...
Desde allí, ustedes vigilan toda la línea posterior del bosque, y él no podrá
salir de este sin que ustedes lo descubran, como no sea por esta cañada donde yo
tomo posición
...
Ustedes sólo tienen que esperar, por consiguiente
...

Massol y Delivet se alejaron cada uno por su lado
...
Se trataba de malezas espesas arregladas para la caza y
cortadas por sendas muy estrechas, por las cuales no era posible caminar sino
curvándose como en un subterráneo de verdor
...
Seguí estos, teniendo cuidado de deslizarme a través de los sotos
...

"El debe de encontrarse aquí — pensé yo —
...
"
Subí hasta el pie de la casucha
...

En dos saltos caí sobre él
...

— Escucha, hijo mío — le dije al oído —: yo soy Arsenio Lupin
...
mediante lo

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cual te arranco de las garras de la Policía y te alisto entre mis amigos
...

— Sí — murmuró él
...
Tu golpe de esta mañana estaba lindamente combinado
...

Me levanté
...

— Imbécil — le dije
...
Y con la otra le lancé un violento golpe a la arteria
carótida, lo que se llama un gancho a la carótida
...

Dentro de mi cartera encontré mis papeles y mis billetes de Banco
...
En un sobre que estaba dirigido a él leí su nombre: Pedro Onfrey
...
Pedro Onfrey, el asesino de la calle Lafontaine en Auteuil
...
Me incliné
sobre él
...

Pero el tiempo transcurría
...
Dejé aquellos a la vista en medio
de la habitación
...
¿Acaso podía yo dejar de
devolvérsela a la excelente amiga que me había socorrido? Confieso, no obstante,
que quité de la bolsa todo cuanto ofrecía algún interés, no dejando más que un
peine de concha y un portamonedas vacío
...
Y además, verdaderamente, su marido ejercía un oficio tan poco
honrado
...
Comenzaba a moverse
...
Le quité las armas y disparé al aire un
tiro de revólver
...
Los acontecimientos se
desarrollarán conforme su destino
...


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Veinte minutos más tarde, un camino transversal que yo había observado cuando
corríamos en persecución de aquel sujeto, me llevó cerca de mi automóvil
...
Pero, aquí entre nosotros, me
temo mucho que, dado lo que ellos deben de saber a estas alturas, me veré
obligado a aplazarla indefinidamente
...
Por los periódicos de la noche me enteré que la Policía había
conseguido al fin apoderarse de Pedro Onfrey
...
El asesino de la calle Lafontaine
acababa de desvalijar en la línea ferroviaria de París a El Havre a la señora Renaud,
esposa del subdirector de los servicios penitenciarios
...

El Collar de la Reina
Dos o tres veces por año, con motivo de solemnidades importantes, tales como los
bailes de la Embajada de Austria o las fiestas nocturnas de lady Billingstone, la
condesa de Dreux— Soubiese se ponía sobre sus blancos hombros el collar de la
reina
...

A decir verdad, sólo la montura era auténtica
...
librosmaravillosos
...
Más tarde, en Italia, las vendió a
Gaston de Dreux— Soubise, sobrino y heredero, del cardenal, salvado por él de la
ruina cuando se produjo la sensacional bancarrota de Rohan— Guéménée, y en
recuerdo de su tío volvió a comprar los pocos diamantes que quedaban en poder del
Joyero inglés Jefferys, los completó con otros de valor mucho más inferior, pero de
los mismos tamaños y logró así reconstituir el maravilloso collar en esclava, tal
como había salido de las manos de Bohmer y Bassenge
...
A pesar que diversas circunstancias disminuyeron su fortuna, prefirieron
reducir su tren de vida en la casa que a deshacerse de la real y preciosa reliquia
...
Por prudencia había alquilado una caja fuerte en el Banco Crédit
Lyonnais para guardarla depositada allí
...

Aquella noche, en la recepción del palacio de Castilla, la condesa obtuvo un
resonante éxito, y el rey Cristián, en cuyo honor se había celebrado la fiesta,
comentó su magnífica belleza
...

Las mil facetas de los diamantes brillaban y chispeaban como llamas a la claridad de
las luces
...

Fue un doble triunfo que el conde de Dreux saboreó profundamente y del cual se
felicitó a sí mismo, una vez que regresaron a sus habitaciones en su viejo hotel del
faubourg Germain
...
Y en ese hecho su esposa
encontraba motivo para una vanidad un tanto pueril, pero que constituía en realidad
una marca de su carácter altanero
...
Luego, cuando lo hubo colocado en su estuche de cuero rojo, con las
armas del cardenal, penetró en su gabinete inmediato, que más bien era una

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especie de alcoba que había sido separada y aislada completamente del dormitorio y
cuya única entrada se encontraba al pie de su cama
...
Cerró después la puerta y se desnudó
...
Se vistió, bebió una taza de café y bajó a las caballerizas
...
Uno de los caballos le tenía inquieto
...
Luego regresó junto a su esposa
...
La condesa le dijo:
— ¿Vas a salir?
— Sí, voy a hacer esa gestión
...
, es más prudente
...
Pero al cabo de algunos segundos preguntó sin la
menor sorpresa:
— ¿Lo has tomado tú, querida?
— ¿Cómo? No, yo no he tomado nada
...

— En absoluto
...

El conde apareció en la estancia, descompuesto y balbuciendo con voz apenas
inteligible:
— Pero ¿tú no has
...
? Entonces
...
Y el conde repetía:
— Es inútil
...
Es aquí, sobre esta tabla, donde yo lo
coloqué
...

— Es aquí, sobre esa tabla, y no sobre ninguna otra
...
Y cuando ya no quedó nada en
el gabinete, tuvieron que reconocer, con desesperación, que el famoso collar, el
collar en esclava de la reina, había desaparecido
...
librosmaravillosos
...
El comisario fue
puesto al corriente de todos los detalles, y seguidamente preguntó:
— ¿Está usted seguro, señor conde, que ninguna persona pudo durante la noche
pasar por el dormitorio de ustedes?
— Absolutamente seguro
...
Es más: la puerta de este
dormitorio estaba cerrada con cerrojo
...

— ¿Y no existe ningún otro paso que permita introducirse en el gabinete?
— Ninguno
...

— Yo quisiera darme cuenta de cómo está
...

— Está lo suficiente — replicó el señor De Dreux — para que resulte imposible
apartarlo sin hacer mucho ruido
...

— ¿Y hay todavía otro piso encima de este?
— Dos, pero al nivel del de los criados; el patio está protegido por una verja de
mallas muy estrecha
...

En efecto, cuando fue apartado el armario se comprobó que la ventana estaba
cerrada, y no hubiera podido estarlo si alguien hubiera penetrado por ella desde el
exterior
...

— En cuyo caso, usted no hubiera encontrado cerrado el cerrojo de la puerta de
este dormitorio
...
librosmaravillosos
...
Pero nadie sabía, en cambio, que nosotros lo
ocultaríamos en ese gabinete
...
A menos que
...
Ese es uno de los puntos más
importantes
...

— ¿Enriqueta? Ella ignora ese detalle como los demás
...

— Una amiga de internado en el convento que está disgustada con su familia por
haberse casado con algo así como un obrero
...

Y agregó con apuro:
— Me presta algunos servicios
...

— ¿En qué piso vive ella?
— En el nuestro, no lejos de los demás
...
E incluso
pienso yo
...

— Sí, está enfrente de la nuestra
...

Luego, el señor Valorbe pidió que le condujeran ante Enriqueta
...
Bastante sorprendido de ver el miserable departamento que habían
amueblado para ella, y que se componía en total de una habitación sin chimenea y
de un cuartucho que servía de cocina, el comisario la interrogó
...
La víspera por la noche ella misma
había ayudado a vestir a la condesa y colocado el collar en torno a su cuello
...
¿Quién me lo hubiera dicho?

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— Y usted ¿no tiene ninguna idea?
...
Es posible
que el culpable haya pasado por la habitación de usted
...

— Pero si yo no he salido de mi cuarto
...
Y además, ¿no ha
visto usted?
Abrió la ventana de la cocina
...
Hay no menos de tres metros hasta el reborde del otro lado
...
¿el collar no estaba en el gabinete?
— ¿Cómo lo sabe usted?
— ¡Caramba! He sabido de siempre que lo ponían ahí durante la noche
...

Su rostro, todavía joven, pero en el cual los sufrimientos habían dejado su huella,
desprendía una gran dulzura y resignación
...
Atrajo a su hijo contra ella, y el niño le tomó la mano y se la besó
tiernamente
...
Yo respondo de ella
...

— ¡Oh! Soy completamente de la misma opinión de usted — afirmó el señor
Valorbe—
...
Pero
reconozco que esta explicación debe ser abandonada, tanto más cuanto que no
resuelve de ningún modo el problema con el cual nos enfrentamos
...
Se interrogó a los criados, se
comprobó el estado del cerrojo, se hicieron experimentos con la abertura y cierre de
la ventana del gabinete, se exploró el patio de arriba abajo
...
La
ventana no podía abrirse ni cerrarse desde fuera
...
Se hurgó minuciosamente en su vida y se

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comprobó que desde hacía tres años no había salido del hotel más que cuatro
veces, y esas cuatro para gestiones que pudieron comprobarse
...

— De todos modos — decía el juez de instrucción, que al cabo de una semana llegó
a las mismas conclusiones que el comisario, aun admitiendo que supiéramos quién
es el culpable, y a eso no hemos llegado todavía, no sabríamos por ello más sobre
la forma en que se cometió el robo
...
El misterio es así doble
...
Y archivó el asunto
...
Su situación, al no estar ya apoyada por
aquella especie de reserva que constituía tal tesoro, dio lugar a que se encontraran
frente a unos acreedores más exigentes y a prestamistas menos propicios
...

En una palabra, aquello hubiera sido su ruina si dos grandes herencias de parientes
lejanos no hubieran venido a salvarlos
...
Y, cosa extraña, fue contra su antigua compañera de internado
contra quien se volvió la condesa
...
Primeramente la relegó al piso de los criados y luego la
despidió de la noche a la mañana
...
Los
condes viajaban mucho
...
Unos meses después de
la partida de Enriqueta, la condesa recibió de ella una carta que la llenó de
asombro:

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"Señora: No sé cómo agradecérselo a usted
...
Sólo puede ser usted
...
Si me equivoco, perdóneme, y, cuando
menos, reciba la expresión de mi reconocimiento por sus anteriores bondades
...
¿Qué significaba ese agradecimiento?
Al pedirle que se explicara, Enriqueta respondió que había recibido por correo un
pliego sin certificar conteniendo dos billetes de mil francos
...

¿De dónde procedían aquellos dos mil francos? ¿Quién se los había mandado?
¿Y por qué se los habían mandado? Se informó a la justicia
...
Y, una tercera vez, y
una cuarta, y así cada año durante seis años, con sólo una diferencia: que el quinto
y el sexto año la suma fue doblada, lo que permitió a Enriqueta, que había caído
enferma súbitamente, el cuidarse en forma conveniente
...
Las direcciones que daba eran falsas
...
El enigma quedó sin resolver
...
El suceso fue de los que
apasionan a la opinión pública, y es un destino extraño el de aquel collar que,
después de haber conmocionado a Francia a finales del siglo XVIII, volvió a
emocionarla no menos un siglo más tarde
...
Como es probable que un día u
otro esas personas falten a su palabra, yo, por mi parte, no siento escrúpulo alguno

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en descorrer el velo y así se sabrá al propio tiempo la clave del enigma, la
explicación de la carta publicada por los diarios de anteayer por la mañana, carta
extraordinaria que añadía, si ello es posible, un poco más de sombra y de misterio a
las oscuridades de este drama
...
Entre los invitados que almorzaban en casa del señor De
Dreux— Soubise se encontraban sus dos sobrinas y su prima, y entre los hombres,
el presidente Essaville, el diputado Bochas, el caballero Floriani, a quien el conde
había conocido en Sicilia, y el general y marqués de Rouziéres, viejo camarada del
círculo
...
Se
charló
...
Luego la conversación derivó hacia los crímenes célebres
...

Inmediatamente, cada cual dio su opinión
...
Y, bien entendido, resultó que todas las hipótesis se contradecían y todas
eran igualmente inadmisibles
...

Hubo exclamaciones y protestas
...

— Confieso — dijo él— que me ha ocurrido tener éxito allí donde otras personas
más hábiles que yo habían ya renunciado
...
Y, además, apenas si sé de qué se trata en este caso
...
Aun a disgusto, aquel hubo de resumir
los hechos
...


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El conde se encogió de hombros
...
En el presente caso, nada es
más simple, según creo yo, pues nos encontramos enfrentados no a varias
hipótesis, sino a una certidumbre; a una certidumbre única, rigurosa y que se
enuncia así: el individuo sólo podía entrar por la puerta del dormitorio o por la
ventana del gabinete
...
Entonces tuvo que entrar por la ventana
...

— Para esto — continuó Floriani sin tomar en cuenta la interrupción— el individuo
sólo tuvo necesidad de establecer un puente, colocar una tabla o una escala entre el
balcón de la cocina y el reborde de la ventana y una vez que la pantalla
...

Esta vez Floriani tuvo que responder
...
Y en segundo
lugar, es preciso que así sea, pues de otro modo el robo resulta inexplicable
...
Ni siquiera se le
prestó atención
...
Porque si se hubiese prestado atención a eso, se hubiera visto
evidentemente que había sido abierto
...

— Sí
...


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— He aquí
...

El conde replicó con ironía:
¡Perfecto! ¡Perfecto! Usted lo arregla todo con una facilidad
...

— Tuvo que haber una ranura
...

— Para ver es preciso mirar, y no han mirado
...
en
sentido vertical, bien entendido
...
Parecía sobreexcitado
...
nadie ha puesto después un pie en ese
gabinete
...

— No concuerda con ninguno de los hechos que la justicia ha comprobado
...

Floriani no pareció siquiera observar la irritación del conde, y dijo, sonriendo:
— ¡Dios mío! Yo lo único que trato es de ver claro, eso es todo
...

— Sin tardar más
...

El señor De Dreux masculló aún algunas palabras, y luego, de súbito, se dirigió
hacia la puerta y salió
...


Se

esperaba

con

ansiedad,

como

si

verdaderamente fuese a aparecer una parte de la realidad
...

Al

fin,

el

conde

apareció

en

el

marco

de

la

puerta
...
Con voz temblorosa dijo a sus amigos:

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— Les pido a ustedes perdón
...
;
jamás yo hubiera podido pensar
...
, te lo suplico
...
, en el mismo lugar indicado
...

Cogió bruscamente el brazo del caballero y le dijo con tono imperioso:
— Y ahora, señor, prosiga
...
no
ha acabado
...
El individuo, sabiendo
que la señora De Dreux iba al baile con el collar, colocó la pasarela en ausencia de
ustedes
...
Una vez que
usted salió de allí, él cortó el cristal y tiró de la anilla
...

— Si no la pudo abrir, entonces es que penetró por el ventanillo
...

— Entonces no fue un hombre
...
Si el paso es demasiado estrecho para un hombre, es preciso que
haya sido un niño
...
un niño que llamaba Raúl
...

— ¿Qué prueba tiene usted?
— ¿Qué prueba?
...
Así, por ejemplo
...
Tuvo que

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emplear lo que tenía a su disposición
...

— Sí, dos tablas, según yo recuerdo
...
En caso contrario, estaríamos autorizados a pensar que el niño las ha
desclavado y luego unió una a la otra
...

Sin decir una palabra, el conde salió, y esta vez los concurrentes ya no sintieron en
absoluto la pequeña ansiedad por lo desconocido que habían experimentado la vez
primera
...
Emanaba de aquel hombre una impresión de certidumbre tan
rigurosa, que se le escuchaba no como si él dedujera unos hechos de otros, sino
cual si relatara acontecimientos cuya autenticidad era fácil de comprobar en toda su
medida
...

— ¿Ha visto usted las tablas
...
; las tablas fueron desclavadas
...

La señora De Dreux— Soubise exclamó:
— Fue el niño
...
Enriqueta es la única
culpable
...

— No — afirmó el caballero—; la madre no tuvo nada que ver en eso
...

— Vivían en el mismo cuarto, pero todo ocurrió en la habitación vecina, de noche y
mientras la madre dormía
...
Hubiera sido encontrado entre las cosas del
niño
...
El niño salía de casa
...
librosmaravillosos
...
Pero y aquellos dos mil francos que Enriqueta recibía cada año, ¿no
constituyen la mejor señal de su complicidad?
— Si hubiera sido cómplice, ¿le hubiera dado a usted las gracias, por ese dinero? Y
además, ¿acaso no la vigilaban? En tanto que el niño es libre y tiene toda clase de
facilidades para, correr a la ciudad próxima y dirigirse a un revendedor cualquiera y
cederle a vil precio un diamante, dos diamantes, según el caso
...

Un malestar indescriptible oprimía a los De Dreux— Soubise y a sus invitados
...
Había como
ironía, una ironía que parecía más bien hostil que simpática y amistosa, conforme
hubiera convenido
...
Dijo:
— Todo eso es de un ingenio que me encanta
...
¡Qué brillante
imaginación!
— No, no — exclamó Floriani con la mayor seriedad—
...
Sólo
evoco unas circunstancias que ocurrieron inevitablemente tal como yo las presento
...
Yo me represento la vida de la madre y del
niño allá en el fondo de la provincia; la madre que cae enferma; las artimañas y las
invenciones del pequeño para vender las piedras y salvar a su madre o, cuando
menos, endulzarle sus últimos momentos
...
Muere
...
El niño crece y se hace hombre
...
; piensen
ustedes en el angustioso interés de semejante entrevista en la vieja casa donde se
desarrollaron las peripecias del drama
...
librosmaravillosos
...
El conde murmuró:
— Entonces, ¿quién es usted?
— ¿Yo? Pues el caballero Floriani, a quien usted conoció en Palermo y a quien usted
ha sido lo suficientemente generoso de invitarle a vuestra casa ya varias veces
...
Es un simple juego por mi parte
...
criada del que vivía, y porque el niño sufría al ver a su madre
desgraciada
...
No podía caber duda alguna
...
Todo en su actitud y en sus palabras lo proclamaba así
...
¿Qué actitud iba a adoptar con respecto a aquel audaz personaje?
¿Llamar a los criados? ¿Provocar un escándalo? ¿Desenmascarar a aquel que antaño
le había despojado de la joya? Pero hacía ya tanto tiempo
...
Y así, el conde, acercándose
a Floriani, exclamó con regocijo:
— Muy divertido, muy curiosa su novela
...
Pero,
según usted, ¿qué se ha hecho ese excelente joven, ese modelo de hijo? Espero que
no se haya detenido en tan hermoso camino
...

— ¿Verdad que no? ¡Después de semejante principio! Apoderarse del collar de la
reina a los seis años
...

— Y apoderarse de él — observó Floriani, secundando el juego del conde— sin que
le costase el menor inconveniente, sin que nadie tuviese la idea de examinar el
estado de los cristales o de darse cuenta que el reborde de la ventana estaba

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demasiado limpio, porque él lo había limpiado para borrar toda huella de su paso
sobre el grueso polvo antes allí acumulado
...
¿Acaso es eso tan fácil? ¿Acaso basta
con sólo querer y tender la mano?
...

— Y él tendió la mano
...

Todos experimentaron como un escalofrío
...
Ella reprimió un movimiento
para retroceder
...

— ¡Oh señora! Usted tiene miedo
...
Por el contrario, la leyenda de ese buen hijo me ha
interesado mucho y me siento feliz que mi collar haya sido objeto de un destino tan
brillante
...
mujer, de aquella Enriqueta,
obedecía, sobre todo, a su vocación?
El se estremeció, sintiendo la punzada, y replicó:
— Yo estoy persuadido de ello, y era preciso incluso que esa vocación fuese muy
fuerte para que el niño no se acobardara
...
Usted sabe que la mayor parte de las piedras eran falsas
...

— Pero, en todo caso, se trataba del collar de la reina, señor — dijo la condesa con
altivez, y he ahí lo que el hijo de Enriqueta no podía comprender
...
librosmaravillosos
...

El señor De Dreux hizo un gesto
...

— Señor — dijo ella, si el hombre al cual usted alude tiene el mínimo pudor
...

El repitió:
— Si ese hombre tiene el mínimo pudor
...
Comprendió que los diamantes no eran
más que el adorno, lo accesorio, pero que la montura era lo esencial, la propia
creación del artista, y la respetó
...
El niño la ha respetado
...
Nos pertenece como
nuestro nombre, como nuestro honor
...

Se inclinó ante ella y saludó al conde
...

Cuatro días más tarde, la señora De Dreux encontraba sobre la mesa de su
dormitorio un estuche rojo con las armas del cardenal
...
Era el collar de la
reina
...
librosmaravillosos
...
Y Arsenio Lupin se ha apresurado a
devolverlo a sus legítimos dueños
...
"
El Siete de Corazones
A menudo me ha sido planteada esta pregunta: ¿Cómo conocí yo a Arsenio Lupin?
Nadie duda que le conozco
...
, todo eso prueba perfectamente, si no una intimidad que la propia
existencia de Arsenio Lupin haría imposible, sí, cuando menos, unas relaciones
amistosas y las consiguientes confidencias
...
Es la casualidad que me ha puesto sobre ese
camino
...

El primer acto se produjo en el curso de aquella famosa noche del 22 al 23 de junio,
de la cual tanto se ha hablado
...
Habíamos cenado entre
amigos en un restaurante de la Cascada, y durante toda la noche, mientras
fumábamos y la orquesta de cíngaros tocaba valses melancólicos, nosotros no

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habíamos hablado más que de crímenes y de robos y de intrigas espantosas y
tenebrosas
...

Los Martin se marcharon en automóvil; Juan Daspry — aquel encantador y
despreocupado Daspry que seis meses después se haría matar de manera tan
trágica en la frontera de Marruecos— y yo regresamos a pie bajo la noche oscura y
cálida
...
, nada de vecinos
...
En verdad, yo no soy un cobarde; pero, sin embargo
...

— ¡Oh! Yo digo eso como pudiera decir otra cosa
...

Después de estrecharme la mano se alejó
...

"Vaya — me dije—
...
"
Y de pronto recordé: Antonia estaba ausente, pues yo le había dado permiso para
salir
...
Subí hasta mi
dormitorio a tientas, lo más rápido posible, y en seguida, al contrario de lo que
acostumbraba hacer, di vuelta a la llave por dentro y eché el cerrojo
...
Sin embargo, tuve la precaución
de sacar mi revólver de su funda; era un revólver grande, de largo alcance, y lo
coloqué al lado de mi cama
...
Me acosté y,
como de ordinario, para dormir tomé de encima de la mesilla de noche el libro que
siempre tenía sobre ella
...

Lo tomé vivamente
...

¡Una carta! ¡Una carta a mi nombre! ¿Quién podía haberla puesto en ese lugar?
Un poco nervioso desgarré el sobre y leí:

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"A partir del momento en que usted haya abierto esta carta, ocurra lo que ocurra,
oiga lo que oiga, no se mueva, no haga ningún ademán, no lance ningún grito
...
"
Pero tampoco soy un cobarde, y como cualquier otro sé hacerle frente al peligro real
o sonreír a los peligros quiméricos que se apoderan de nuestra imaginación
...
Y además, ¿no había en
todo eso algo de desconcertante y de inexplicable que hubiera sobrecogido al alma
más intrépida?
Mis dedos apretaban febrilmente el papel y mis ojos releían sin cesar las palabras
amenazadoras
...
, no lance ningún grito
...
" "Vaya — pensé yo— se trata de alguna broma, de una farsa
estúpida
...

¿Qué me lo impedía? ¿Qué temor impreciso me comprimía la garganta?
Cuando menos apagaría la lámpara
...
"Ni un ademán, o
usted está perdido", decía la nota
...
Cerré los
ojos
...

Y todo ello provenía, según me pareció, de una sala grande inmediata, donde yo
tenía instalado mi gabinete de trabajo y del cual estaba separado por la
antecámara
...
Pero no me levanté:
frente a mí una de las cortinas de la ventana se había movido
...
¡Se movía aún! Y vi claramente que entre las cortinas de la
ventana, en ese espacio demasiado estrecho, había una figura humana cuyo
volumen impedía que la tela cayera vertical
...
librosmaravillosos
...
Y entonces lo comprendí todo
...
¿Qué haría?
¿Levantarme? ¿Coger el revólver? Imposible
...

Un violento golpe sacudió la casa, seguido de otros pequeños golpes dados de dos
en dos o tres en tres, semejantes a los de un martillo que cae sobre puntas y que
rebota
...
Otros ruidos se entrecruzaron con aquellos en un verdadero
tumulto, probándome que los intrusos no se preocupaban en absoluto y operaban
con toda seguridad
...
¿Era cobardía? No, más bien una
anulación, una impotencia total para mover uno solo de mis miembros
...
¿Iba yo a arriesgar mi vida
para salvar unos pocos tapices y objetos de valor?
Y ese suplicio duró toda la noche
...
El ruido
había terminado, pero yo no cesaba de esperar que volviese a empezar de nuevo
...
Y mi corazón latía apresuradamente y el sudor
brotaba de mi frente y de todo mi cuerpo
...

Y el día penetró en mi dormitorio
...
Y todos los fantasmas de
la noche se desvanecieron
...
Frente a mí
nada se movió
...


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Salté fuera de la cama con un grito de liberación y corrí a la cortina
...
En cuanto al hombre, no había podido alcanzarle
...

¡Nadie! Y así había sido toda la noche
...
Y durante todo ese tiempo los malhechores
...

La estupefacción me dejó clavado sobre el suelo, anhelante, aturdido, más
sorprendido todavía de lo que había quedado al comprobar la ausencia del
individuo: nada había desaparecido
...

Era un espectáculo incomprensible
...
Pero ¿y aquel estrépito,
aquellos ruidos como de mudanza? Recorrí la estancia, inspeccioné las paredes, hice
un inventario de todos aquellos objetos que yo conocía perfectamente
...

"Vamos, vamos — me dije, cogiéndome la cabeza entre las manos—
...
Yo oí bien los ruidos
...
Todo fue en vano
...
¿podía yo acaso considerar
aquello como un descubrimiento? Sobre una pequeña alfombra persa, tirada en el
suelo, recogí una carta, un naipe de juego
...
La punta extrema de cada una de las siete
marcas rojas en forma de corazón estaba perforada tenía un agujero
...

Eso era todo
...
Y fuera de eso,
nada
...
librosmaravillosos
...
Era una estancia
grande y en desproporción con la pequeñez del hotel y cuya ornamentación
atestiguaba el extraño gusto de quien la había concebido
...
Y ese
mismo mosaico cubría las paredes, dispuesto en paneles: alegorías de Pompeya,
composiciones bizantinas, frescos de la Edad Media
...
Un emperador coronado de oro y con la barba florida tenía una espada en la
mano derecha
...
Esta ventana, que estaba siempre abierta durante la noche, es probable
que constituyera el punto por donde los hombres habían pasado con ayuda de una
escala
...
Los montantes de la
escalera hubieran debido dejar huellas sobre el suelo del patio: pero allí no había
ninguna
...

Confieso que no se me ocurrió en absoluto el acudir a la Policía, dado que los
hechos que yo hubiera necesitado exponer resultaban inconsistentes y absurdos
...
Pero dos días después era mi día de crónica en el Gil
Blas, donde yo escribía entonces
...

El artículo no pasó inadvertido, pero comprendí que nadie lo tomaba en serio en
forma alguna y que era considerado más bien como una fantasía que como una
historia real
...
No obstante, Daspry, que no carecía de
cierta competencia en estas materias, vino a verme, hizo que le explicase el asunto
y lo estudió
...

Pero una de las mañanas siguientes sonó el timbre de la puerta del jardín, y Antonia
vino a comunicarme que había un señor que deseaba hablarme
...
Le rogué que subiera
...


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Sin preámbulo alguno me dijo, con voz rasgada y con un acento que me confirmaba
la situación social del individuo:
— Señor, encontrándome de viaje y estando en un café, cayó bajo mis ojos el Gil
Blas
...
Me ha interesado
...

— Se lo agradezco
...

— ¡Ah!
— Sí, para hablar con usted
...

— ¿No hay ni uno solo que no sea invención de usted?
— Ni uno solo
...

— Le escucho a usted
...

— ¿Cómo no?
— Antes de hablar es preciso que yo compruebe si son exactos
...

Le miré con sorpresa
...

— Es una idea que se me ha ocurrido al leer su artículo
...
Y si me he equivocado, es preferible que yo guarde silencio
...

¿Qué se ocultaba bajo semejante propuesta? Más tarde he recordado que, al
formularla, el hombre tenía un aire inquieto, una expresión de carácter ansioso
...
Y, además, aquella curiosidad me
estimulaba
...
¿Cuánto tiempo necesita usted?
— ¡Oh! Tres minutos
...
De aquí a tres minutos iré a reunirme con usted
...
librosmaravillosos
...
Una vez abajo, saqué mi reloj
...
Dos minutos
...
Dos minutos y tres cuartos
...

En unas zancadas subí los peldaños y entré
...

En medio de la sala yacía aquel hombre inmóvil y tendido sobre el costado
izquierdo
...
Cerca
de su mano, un revólver aún humeante
...

Pero más aún que aquel espectáculo espantoso hubo algo que me sorprendió; algo
que hizo que yo no gritara seguidamente pidiendo auxilio y que, en lugar de ello,
me echara de rodillas para ver si el hombre respiraba aún
...

Lo recogí
...

Media hora después llegó el comisario de Policía de Neuilly, y luego, el médico
forense, y en seguida el jefe de Seguridad, señor Dudouis
...
Nada podía falsear las primeras comprobaciones
...
En los bolsillos del muerto no había documento alguno, en sus
ropas ningún nombre o marca, y en su ropa interior ninguna inicial
...
Y en la sala reinaba el mismo orden que
antes
...
Y, sin embargo, aquel hombre no había venido a
mi casa con la intención de matarse porque él juzgara que mi domicilio le convenía
mejor que cualquier otro para su suicidio
...

¿Qué hecho era ese? ¿Qué había visto él? ¿Qué le había sorprendido? ¿Qué secreto
espantoso había penetrado él? No estaba permitido hacer suposición alguna
...
librosmaravillosos
...
En el momento en que dos agentes se agachaban para levantar el
cadáver y llevarlo sobre una camilla, se dieron cuenta que la mano derecha, hasta
entonces cerrada y crispada, se había distendido y que de ella caía una tarjeta de
visita toda arrugada
...

¿Qué significaba esto? Jorge Andermatt era un importante banquero de París,
fundador y presidente de esa fábrica de metales que ha dado tamaño impulso a las
industrias metálicas de Francia
...
Sus fiestas eran muy concurridas y se
comentaba la elegancia y la belleza en ellas desplegadas por la señora de
Andermatt
...

El jefe de Seguridad se inclinó sobre el cadáver y dijo:
— Este no es él
...

— ¿Y entonces esta tarjeta?
— ¿Tiene usted teléfono, señor?
— Sí, está en el vestíbulo
...
Buscó en la guía
telefónica y pidió el número 415— 21
...
Es urgente
...
Le fueron
expuestas las razones que hacían necesaria su intervención, y luego fue llevado
ante el cadáver
...

— ¿Le conocía usted?
...
, quiero decir si
...
Su hermano
...
Su hermano vino en cierta época a pedirme
...

— ¿En dónde vive?

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— Los dos hermanos vivían juntos
...

— ¿Y usted no sospecha qué razones llevaron a este hombre a suicidarse?
— No
...
Es la tarjeta de usted con su
dirección
...
Esto no es más que una casualidad, que la instrucción del
sumario nos explicará
...

Y esa impresión volví a observarla en los periódicos del día siguiente, así como en
todos aquellos de mis amigos con quienes hablé de mi aventura
...
Por ella se llegaría
a la verdad
...

— Yo he dicho todo lo que sabía — repetía él—
...

Pero no fue aclarado
...
En el número
24 de la calle Provence, donde los hermanos Varin habían, en efecto, vivido seis
años antes, ignoraban qué se había hecho de ellos
...

Pero, por el contrario, Juan Daspry, a quien yo vi muy a menudo en esa época, se
apasionaba por el suceso cada día más
...
librosmaravillosos
...
Una indiscreción nos ha revelado el
nombre del submarino: se llama el Siete de Corazones
...

— ¿Qué sabes tú?— me decía Daspry—
...

Dos días después nos llegó otra noticia que decía:
“Se afirma que los planos del Siete de Corazones, el submarino cuyas pruebas van a
realizarse inmediatamente, han sido ejecutados por ingenieros franceses
...
Damos estas noticias
con la mayor reserva
...
No obstante, puesto que
todo peligro de complicación ha sido eliminado ya, preciso hablar del artículo
publicado por el Echo de France, que entonces causó tanto ruido y que arrojó sobre
el asunto del Siete de Corazones, cual se le llamaba, alguna claridad
...

He aquí el artículo, tal como apareció bajo la firma de Salvador:
"El asunto del 'Siete de Corazones'
...

"Seremos breves
...
librosmaravillosos
...
Por intermedio de dos individuos, los hermanos Varin,
de Lausana, uno de los cuales le ayudaba en sus experimentos como
preparador y el otro le buscaba socios, entró en relaciones con el señor Jorge
Andermatt, quien acababa de fundar las fábricas de Metales
...

"Durante dos años, Luis Lacombe frecuentó asiduamente el hotel de
Andermatt y le presentó al banquero los perfeccionamientos que aportaba a
su proyecto, hasta el día en que ya considerándose satisfecho él mismo de su
trabajo, pues había encontrado la fórmula definitiva que buscaba, le rogó a
Andermatt que se pusiera en campaña
...
Salió de la casa a eso
de las once y media de la noche
...

"Leyendo los periódicos de la época se vería que la familia de aquel joven
avisó a la Policía, y que esta temió por el joven y realizó una investigación
...

"Aceptemos esa hipótesis
...
Pero se plantea una pregunta de
importancia capital para nuestro país: ¿qué se hizo de los planos del
submarino? ¿Se los llevó consigo Luis Lacombe? ¿Fueron destruidos?
"De la investigación muy seria a que nosotros nos hemos entregado, resulta
que esos planos existen
...

¿Cómo? Nosotros no hemos podido todavía comprobar eso, lo mismo que
tampoco sabemos por qué no trataron más pronto de venderlos
...
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...

En la actualidad, el Siete de Corazones imaginado por Luis Lacombe es
llevado a la realidad por nuestros vecinos
...
"
Y una posdata añadía:
"Ultima hora
...
Nuestras informaciones particulares
nos permiten anunciar que las pruebas del Siete de Corazones no han sido
satisfactorias
...
Sin ese documento, los
planos son imperfectos, lo mismo que sin los planos dicho documento resulta inútil
...
Para esta misión, muy difícil, contamos mucho con la
ayuda del señor Andermatt
...
Deberá decir no solamente por
qué no ha contado lo que sabía en el momento del suicidio de Esteban Varin, sino
también por qué no ha revelado nunca la desaparición de los papeles que él tenía
conocimiento
...

"Esperamos de él no palabras, sino actos
...
La amenaza era brutal
...
anónimo del
artículo sobre el señor Andermatt?

103

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Una nube de reporteros asedió al banquero y diez entrevistas con él expresaron el
desdén con el cual él había respondido a aquel emplazamiento
...
"
El día que apareció esta réplica, Daspry y yo cenamos juntos
...

Y de pronto, sin que mi sirviente me hubiera avisado, sin que el timbre de la puerta
hubiera sonado, la puerta se abrió y entró una dama cubierta con un espeso velo
...
Entonces me dijo:
— ¿Es usted, señor, quien vive aquí?
— Sí, señora; pero debo confesarle
...

— Pero ¿y la puerta del vestíbulo?
Ella no respondió, y yo pensé que seguramente había dado la vuelta por la escalera
de servicio
...
Ella miró a Daspry
...
Luego le rogué que se sentara
y que me explicase el objeto de su visita
...

Dijo sencillamente:
— Soy la señora Andermatt
...

Un nuevo silencio, y luego ella prosiguió con voz serena y un aire completamente
tranquilo:
— Vengo por razón de ese asunto
...
He pensado que yo podría
quizá obtener de usted algunos informes
...
librosmaravillosos
...
Tenga la bondad
de precisar en qué puedo serle útil
...
Yo no lo sé
...
Y nos callamos, sintiéndonos tan
incómodo el uno como la otra
...

— ¿Usted contestará
...

El reflexionó, y luego dijo:
— ¿Conocía usted a Luis Lacombe?
— Sí, lo conocía por mi marido
...

— Y esa noche, ¿nada le dio a usted que pensar que le vería por última vez
...
El había hecho alusión a un viaje a Rusia, pero de una forma tan vaga
...

— ¿Y cómo se explica usted esa desaparición?
— Yo no me la explico
...

— Sin embargo
...

— El artículo del Echo de France parece decir
...

— ¿Es ésa su opinión?
— Si
...
librosmaravillosos
...
Dos días
después se celebró una entrevista entre mi marido y uno de los hermanos Varin, el
que vive, en el curso de la cual mi marido adquirió pruebas que esos papeles
estaban en poder de los dos hermanos
...

— ¿Por qué?
— Porque en la referida cartera se encontraba otra cosa, además de los papeles de
Luis Lacombe
...

Daspry continuó:
— He ahí entonces la causa por la cual su marido, sin avisar a la Policía, hacía
vigilar a los dos hermanos
...

comprometedora gracias a la cual los dos hermanos ejercían sobre él una especie
de chantaje
...

— ¡Ah! ¿Sobre usted también?
— Sobre mí principalmente
...
Daspry la observaba, dio unos pasos y,
volviéndose hacia ella, dijo:
— ¿Usted le había escrito a Luis Lacombe?
— Es verdad
...

— Aparte las cartas oficiales, ¿no le escribió usted a Lacombe
...
¿Le
escribió usted otras cartas?
Toda ruborosa, ella murmuró:
— Sí
...

— ¿El señor Andermatt lo sabe, por consiguiente?

106

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— El no las ha visto, pero Alfredo Varin le reveló su existencia, amenazándole con
publicarlas si mi marido procedía contra ellos
...
, y retrocedió
ante el escándalo
...

— Sí, puso todos los medios
...
Vivimos como dos extraños
...
¡Oh!, de eso yo estoy segura — murmuró
ella con voz ardiente—; él me hubiera todavía amado si no se hubiera apoderado de
esas malditas cartas
...
? Pero los dos hermanos, sin embargo, desconfiaban
...

— ¿Entonces?
— Yo tengo motivos para creer que mi marido ha descubierto ese escondrijo
...

Yo me estremecí
...
Luis Lacombe, hombre muy ingenioso,
mecánico apasionado, se divertía en sus horas perdidas en hacer cajas de seguridad
y cerraduras
...
, y otras cosas
también, sin duda
...

— Hasta que usted llegó a esta casa hace cuatro meses, aquella estuvo desocupada
...
Pero no contaban con mi marido, que la noche del veintidós al veintitrés de
junio forzó la caja de seguridad y se apoderó de
...
librosmaravillosos
...
Dos días más tarde, advertido por el
artículo del Gil Blas, Esteban Varin se presentó en casa de usted a toda prisa, se
quedó solo en la sala, encontró la caja vacía y se suicidó
...

— ¿Su actitud con respecto a usted no ha cambiado? ¿No le ha parecido a usted
más sombrío, más preocupado?
— No
...
Para mí, no es él quien ha entrado aquí
...
Es él y sus amigos quienes han entrado en este
hotel el veintidós de junio; es él quien ha descubierto el escondrijo; es él quien ha
dejado la tarjeta del señor Andermatt; es él quien tiene en su poder la
correspondencia y las pruebas de la traición de los hermanos Varin
...

— El corresponsal del Echo de France, ¡caramba! Ese Salvador
...
¿Qué hacer, Dios mío?
— Escribirle — manifestó decididamente Daspry —; confiarse a él sin reservas;
contarle todo lo que usted sabe y todo cuanto pueda usted averiguar
...
librosmaravillosos
...
Está fuera de duda que él actúa
contra el hermano sobreviviente
...
Ayúdele usted
...

— Avise usted a Salvador de ello
...
En una palabra, póngase en comunicación con él
...
En efecto, cual decía Daspry, ¿qué arriesgaba ella? Si el desconocido
era un enemigo, esta gestión no agravaría la situación
...

Fuese como fuese, se trataba de una idea, y la señora Andermatt, en su
desconcierto, se sintió demasiado feliz de seguirla
...

A los dos días, en efecto, nos envió este recado que había recibido en respuesta:
"Las cartas no se encontraban allí, pero yo las obtendré, esté tranquila
...
S
...
Era la misma escritura de la nota que había sido introducida en mi
libro de lectura nocturna la noche del 22 de junio
...
Salvador era el gran organizador de este asunto
...
Pero ¿cuántos otros
puntos quedaban todavía oscuros, cual ocurría con el descubrimiento de las dos
cartas de siete de corazones? Por mi parte, yo volvía siempre a esa incógnita, más
intrigado quizá de lo que hubiera sido necesario, por aquellos dos naipes, en los
cuales las siete pequeñas figuras perforadas habían sorprendido mis ojos en
circunstancias tan turbadoras
...
librosmaravillosos
...

— Y quién sabe — decía él— si no encuentro las cartas que tampoco Salvador
encontró
...
Es tan poco probable que los hermanos Varin
hayan retirado de un lugar que ellos creían inaccesible el arma cuyo valor
inapreciable sabían
...
Como la sala grande ya no guardaba secretos para él, extendió sus
investigaciones a todas las otras habitaciones del hotel: examinó el interior y el
exterior, las piedras y los ladrillos de las murallas, levantó las pizarras del tejado
...

Yo le seguí sin entusiasmo
...
Pero en un rincón, en el ángulo que formaban los muros de dos
fincas vecinas, llamó su atención un montón de morrillo y de piedras recubiertos de
raíces y hierbas
...

Yo tuve que ayudarle
...
Pero
cuando bajo las piedras ya apartadas alcanzamos a la propia tierra y cavamos en
ella, el azadón de Daspry puso a descubierto una osamenta: un esqueleto en torno
al cual se pegaban todavía restos de ropa
...
Percibí metida en la tierra una pequeña placa de
hierro, en forma de rectángulo y en la que me parecía distinguir manchas rojas
...
Era, en efecto, eso
...

— Escucha, Daspry: ya tengo bastante de todas estas historias
...
Ya no te hago más compañía
...
librosmaravillosos
...

Daspry me permaneció fiel
...

— Las cartas se encuentran en esta estancia — venia a decirme de tiempo en
tiempo—
...
Yo pondría la mano en el fuego
...

En la mañana del tercer día me levanté bastante débil todavía, pero ya curado
...
Pero una carta continental que recibí hacia las cinco de
la tarde contribuyó más que nada a mi completo restablecimiento, de tal modo mi
curiosidad se vio de nuevo, y a pesar de todo, espoleada en lo más vivo
...
La propia fuerza de las cosas exige que yo ponga en presencia uno de
otro a los dos principales personajes de este drama y que esta confrontación tenga
lugar en casa de usted, por lo que yo le quedaría infinitamente reconocido si me
prestara su domicilio para la noche de hoy
...
Usted ha
podido darse cuenta ya en la noche del 22 al 23 de junio que yo llevaba hasta lo
más escrupuloso mi respeto para cuanto a usted le pertenece
...

Suyo,
Salvador
...
Era una encantadora desenvoltura la de
mi corresponsal, y este parecía enteramente seguro de mi asentimiento
...
librosmaravillosos
...

A las ocho, mi sirvienta, a la cual yo le había regalado una entrada para el teatro,
acababa de salir cuando llegó Daspry
...

— ¿Y bien? — me dijo
...

— ¿Y tú te marchas?
— ¡En modo alguno!
— Pero como quiera que te piden
...
Y yo seré discreto
...

Daspry se echó a reír
...
Tengo el presentimiento
que no nos aburriremos
...

— ¿Serán ellos ya? — murmuró—
...
Una silueta de
mujer atravesó el jardín
...

Parecía agitada, y en medio de sofocos balbució:
— Mi marido
...
; tiene cita aquí
...

— ¿Cómo lo sabe usted? — le pregunté
...
Un recado que recibió mi marido durante la cena
...
El criado me lo entregó a mí por error
...
Yo lo había leído ya
...
A cambio recibirá usted las cartas
...


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— ¿Sin saberlo su marido?
— Sí
...

— ¿Qué piensas tú de esto?
— Yo pienso lo que tú piensas: que el señor Andermatt es uno de los adversarios
convocados
...

Los llevé a la sala grande
...
Nos instalamos
...

Por las rendijas de la cortina, toda la estancia estaba a nuestra vista
...
Unos minutos más tarde, la puerta del jardín rechinó en sus
goznes
...
Estábamos a punto de conocer la clave del enigma
...

Daspry tomó la mano de la señora Andermatt y murmuró:
— Sobre todo, no haga usted ningún movimiento
...

Alguien entró
...
La misma forma de andar pesada y el mismo rostro terroso
invadido por la barba
...
Con una rápida ojeada abarcó
toda la estancia, y tuve la impresión que esta chimenea disimulada por un cortinón
de terciopelo le resultaba desagradable
...
Pero
una idea sin duda más imperiosa le desvió, pues cambió de camino y se dirigió
hacia la pared, se detuvo ante la figura en mosaico del viejo rey con la barba florida
y blandiendo la espada, y lo examinó largamente; se subió a una silla y, sirviéndose

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de un dedo, siguió el contorno de los hombros de la figura, palpando en ciertas
partes de la imagen
...
Resonó el ruido de pasos
...

El banquero lanzó un grito de sorpresa
...
Es la carta de usted la que me hizo venir aquí
...

— Yo no le he escrito a usted
...
Por
segunda vez, sus ojos se volvieron hacia nuestro lado y rápidamente se dirigió hacia
la puerta
...

— ¿Qué hace usted, Varin?
— Hay en todo esto cosas que no me agradan
...
Buenas noches
...

— Vamos, señor Andermatt, no insista usted, pues nada tenemos que decirnos
...

— Déjeme usted pasar
...
Usted no pasará
...

Había algo que me sorprendía y yo no dudaba que mis dos compañeros de
escondrijo experimentaban la misma decepción
...
Por el hecho de su ausencia, este duelo,

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combinado por él y realizado por su voluntad, adquiría el carácter trágico de los
acontecimientos que suscita y dirige el orden riguroso del Destino, y la fuerza que
hacía chocar a uno con otro a aquellos dos hombres impresionaba tanto más cuanto
que aquella fuerza estaba al margen de ellos
...

— ¡Usted lo sabe! ¡Usted lo sabe! Su hermano y usted le seguían estrechamente los
pasos, casi vivían en casa de él, en esta misma casa donde nos encontramos
...
Y la última
noche, Varin, cuando yo acompañé a Luis Lacombe hasta la puerta de mi casa, yo vi
dos siluetas que se ocultaban en las sombras
...

— ¿Y qué conque lo jure usted?
— Esas sombras eran su hermano y usted, Varin
...

— La mejor prueba es que dos días más tarde usted mismo me mostraba los
papeles y los planos que ustedes habían recogido de la cartera de Lacombe y usted
me propuso vendérmelos
...

— Eso no es cierto
...

— La justicia hubiera podido probarlo
...

Se calló
...
Y el otro prosiguió:
— Vea, señor Andermatt: si usted hubiera tenido la menor certidumbre, no es la
pequeña amenaza que nosotros le hicimos a usted lo que le hubiera impedido de
...
?

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— Si usted no ha creído, en esas cartas, ¿por qué, entonces, me ofreció miles de
francos para recuperarlas? ¿Y por qué, desde entonces, nos ha hecho usted
perseguir como bestias a mi hermano y a mí?
— Para recuperar los planos que me interesaban
...
Era por las cartas
...
Más pronto que yo hubiera podido escaparme
...
Y dijo:
— Pero ya basta
...
En consecuencia, quedamos en lo mismo
...
Y puesto que usted ha
hablado de las cartas, usted no saldrá de aquí antes que las haya devuelto
...

— No, no
...
Yo le aconsejo
...

— Eso es lo que vamos a ver — dijo Varin con tal acento de rabia, que la señora
Andermatt ahogó un grito
...
El señor Andermatt le rechazó
violentamente
...
Primero las cartas
...
Se escuchó un disparo
...

Quedé estupefacto
...
Y era
Daspry quien, con una bala de pistola, había hecho saltar el arma de la mano de
Alfredo Varin
...
Era a la mano a lo que yo
apuntaba y fue en el revólver en el que hice blanco
...
Le dijo al banquero:

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— Me perdonará usted, señor, el haberme mezclado en esto que no es de mi
incumbencia
...
Permítame que sea yo quien tome ahora los naipes
...
Y a jugar limpio, te lo ruego
...

Y a tres pulgadas de la nariz de Varin le colocó la placa de hierro cuyos siete puntos
rojos estaban marcados
...
Lívido, con los ojos
desencajados,

los

rasgos

descompuestos

de

angustia,

el

individuo

parecía

hipnotizado por la imagen que tenía ante él
...

— Ya lo he dicho: un señor que se ocupa de lo que no le concierne
...

— ¿Qué quiere usted?
— Todo lo que te has llevado
...

— Sí, pues de otro modo tú no hubieras venido aquí
...
Y hete aquí
...
Ya absolutamente domado, Varin señaló a uno de sus bolsillos,
y dijo:
— Los papeles están aquí
...

— Todos los que encontraste en la cartera de Luis Lacombe y que le vendiste al
comandante Von Lieben?
— Sí
...


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— ¿Cuánto quieres por ellos?
— Cien mil francos
...
El comandante no te dio más que veinte mil
...

— Es que no supieron utilizar los planos
...

— Entonces, ¿por qué me los exige usted?
— Porque los necesito
...
Ni cinco céntimos más
...
Ni cinco céntimos menos
...

Daspry se acercó al señor Andermatt y le dijo:
— Tenga la bondad de firmar un cheque, señor
...
es que yo no tengo
...

Sorprendido, el señor Andermatt palpó el talonario que le tendía Daspry
...
¿Cómo es que
...

El banquero sacó su estilográfica y firmó
...

— Baja tus patas — le dijo Daspry—
...

Y dirigiéndose al banquero, agregó:
— Había también unas cartas que usted reclamaba, ¿no es verdad?
— Sí, un paquete de cartas
...

— ¿Dónde están, Varin? — repitió
...
Era mi hermano quien las tenía a su cargo
...

— En ese caso, usted sabrá dónde están
...
librosmaravillosos
...
como Salvador
...

— Sí están
...

Varin lanzó una mirada de desafío
...
Si no, era inútil
...

— No tengo el siete de corazones
...

Varin retrocedió aterrado, y exclamó:
— No
...
, yo no quiero
...

Daspry se dirigió hacia el viejo monarca de la pared con la barba florida, se subió a
una silla y aplicó el siete de corazones por debajo de la espada, contra la guardia de
la misma, de manera que los bordes de la placa recubrían exactamente los bordes
del arma
...
En la séptima piedrecita incrustada en la pared, se soltó un resorte y
todo el busto del rey se abrió, descubriendo una ancha abertura acondicionada
como una caja fuerte, con revestimiento de hierro y dos tiras de acero brillante
...

— En efecto
...

Daspry regresó cerca del individuo y le dijo:
— No juegues conmigo a hacerte el más inteligente
...
¿Dónde
está?
No lo hay
...

— Señor Andermatt, ¿esas cartas valen diez mil francos para usted?

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— Sí — respondió el banquero con fuerte voz
...

Sucesivamente hundió el punzón en las extremidades de los siete corazones
...

El paquete de cartas estaba allí, amarrado con una cuerda y sellado con lacre
...
Este preguntó:
— ¿El cheque está listo, señor Andermatt?
— Sí
...

Se realizó el intercambio
...

— He aquí lo que usted quería, señor
...
Luego, con ademán nervioso, las
tomó
...
Tomé la mano de la señora Andermatt
...

Daspry le dijo al banquero:
— Yo creo, señor, qué nuestra conversación ha terminado
...
Ha sido la casualidad solamente la que ha querido
que yo pudiera serle útil a usted
...
Llevaba las cartas de su esposa a Luis Lacombe
...
Todo se ha
arreglado para el mejor desenlace
...
¿Tienes los papeles?
— Aquí están todos
...


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— Perfecto — dijo Daspry—; has mantenido tu palabra
...

— Pero ¿qué?
— Los dos cheques
...

— ¡Vaya! ¡Qué aplomo tienes, buen hombre!
...

— Yo reclamo lo que se me debe
...
Temblaba de cólera y tenía los ojos inyectados
de sangre
...
, los veinte mil
...

— Imposible
...

— El dinero
...

Daspry le agarró del brazo tan brutalmente, que el otro gritó de dolor
...
¿Quieres que te acompañe? Nos
iremos juntos por el terreno vacío y te mostraré un montón de piedras bajo el
cual
...
Esta pequeña placa de hierro con los siete puntos rojos viene de
allí
...
y con otras cosas que le interesan enormemente
a la justicia
...
Luego manifestó:
— Bueno
...
No hablemos más
...
una sola
palabra
...

— Te escucho
...

— Cuando usted vino aquí en la noche del veintidós al veintitrés de junio, esa cajita
¿estaba allí?
— Sí
...
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...

— Todo lo que los hermanos Varin habían encerrado en ella: una bastante bonita
colección de alhajas, diamantes y perlas, atrapados a derecha e izquierda por dichos
hermanos
...

— Entonces
...
La desaparición de vuestra correspondencia con el comandante
Von Lieben no hubiera sido motivo suficiente
...
¿Es
eso todo lo que tenías que preguntarme?
— Y todavía esto: vuestro nombre
...

— ¡Diablo! La suerte cambia
...
Mañana
...

— Lo espero así
...

— ¡Arsenio Lupin!
El individuo se tambaleó como si hubiera recibido un golpe con una maza
...

Daspry se echó a reír
...
Y ahora que ya estás informado, querido,
vete a preparar tu revancha
...

Y sin decir una palabra más, le empujó afuera
...

Aparté el cortinón de terciopelo
...

— ¿Qué? ¿Qué ocurre?
— La señora Andermatt se ha puesto enferma
...
librosmaravillosos
...
¿Qué es lo que ha ocurrido?
— Las cartas — le contesté yo—
...

Se dio una palmada en la frente
...
Pero, claro que sí, que ella podía haberlo
creído
...

La señora Andermatt, ya reanimada, escuchaba ávidamente
...

— He aquí sus cartas, señora, las verdaderas
...
¿y las otras?
— Las otras son lo mismo que estas, pero copiadas de nuevo por mí esta noche
pasada y cuidadosamente ordenadas
...

— ¿Y la escritura?
— No hay ninguna escritura que no pueda ser imitada
...

Yo le miraba no sin cierta turbación, no sabiendo muy bien qué decirle a aquel
antiguo amigo que ahora se me revelaba bajo un aspecto tan imprevisto
...
No lograba serenarme
...

— ¡Ah!
— Sí, Jean Daspry sale de viaje
...
Es posible que allí
encuentre un fin digno de él
...

— Pero ¿Arsenio Lupin se queda con nosotros?

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— ¡Oh! Más que nunca
...

Un movimiento de curiosidad irresistible me lanzó hacia él y le llevé a cierta
distancia de la señora Andermatt para decirle:
— Entonces, ¿tú acabaste por descubrir el segundo escondrijo, aquel donde se
encontraban las cartas?
— ¡Me costó mucho trabajo! Fue solamente ayer por la tarde, mientras tú dormías
...
Pero las cosas más simples son
aquellas en las cuales se piensa siempre a lo último
...

— ¿Y cómo lo habías adivinado?
— Fácilmente
...

— Después de haberte despedido de mí
...

El razonamiento era exacto
...
No se trataba más que de colocar ese siete de corazones sobre un lugar
que visiblemente le estuviera reservado
...

— ¡Una hora!
— Observa al hombrecito del mosaico
...
Es Carlomagno
...
Pero ¿cómo es que el siete de corazones lo mismo abre la caja
grande que la caja chica? Y además, ¿por qué sólo abriste, en primer lugar, la caja
grande?

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— ¿Por qué? Pues porque me obstinaba en colocar mi siete de corazones metálico
siempre en el mismo sentido
...

— ¡Caramba!
— Sí, caramba, evidentemente, pero hacía falta pensar en ello
...

— ¿Hasta que habló de ellas delante de mí? Sí
...

— En suma, ¿fue por casualidad que fuiste llevado al punto de poder reconstruir la
historia de los dos hermanos, y luego a buscar los planos y los documentos del
submarino?
— Por casualidad
...
?
Daspry me interrumpió, riendo:
— ¡Dios mío! ¡Cómo te interesa este asunto!
— Me apasiona
...

Se sentó y escribió una de esas pequeñas notas lapidarias con las que se divertía la
fantasía de este personaje
...
Dueño
ya de todos los documentos y planos originales del ingeniero Luis Lacombe, ha
hecho que sean puestos en manos del ministro de Marina
...
Y él se ha puesto en persona a la cabeza de
esta suscripción con la suma de veinte mil francos
...
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...

— Exactamente
...

Y he ahí cómo yo conocí a Arsenio Lupin
...
He ahí cómo yo anudé unas relaciones de amistad en extremo agradables
con nuestro gran hombre, y cómo, poco a poco, gracias a la confianza con que tuvo
a bien honrarme, yo me he convertido en su muy humilde, muy fiel y muy
reconocido historiógrafo
...
La
puerta de ese hotel se abrió
...
Cuatro coches se marcharon, unos por la derecha y otros por la
izquierda, y en la avenida no quedaron más que dos señores que se separaron en la
esquina de la calle de Courcelles, donde vivía uno de ellos
...

Atravesó, pues, la avenida de Villiers y prosiguió su camino por la acera opuesta a
las fortificaciones
...
Se respiraba bien
...

Pero, al cabo de algunos minutos, sintió la impresión desagradable que era seguido
...
No era miedoso en absoluto; sin embargo, apresuró el paso a fin
de llegar lo más rápido posible al fielato de Ternes
...
Bastante inquieto, el caballero juzgó más prudente hacerle frente y
sacar su revólver
...
Gritó pidiendo
auxilio, se debatió, fue derribado sobre un montón de piedras, sintió que le
apretaban la garganta, fue amordazado con un pañuelo que su adversario le

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introdujo en la boca
...
Un golpe de bastón en un puño, una patada en la espinilla
...

Sin molestarse en perseguirle, el recién llegado se inclinó, y dijo:
— ¿Está usted herido, señor?
No estaba herido, pero sí muy aturdido e incapaz de tenerse en pie
...
Se buscó un
coche
...

Ante

la

puerta,

ya

completamente

repuesto,

se

deshizo

en

palabras

de

agradecimiento
...
No
quiero asustar a mi esposa en estos momentos, pero es mi deseo que ella le
exprese a su vez, y a partir de hoy, nuestro mayor reconocimiento
...
?
El desconocido se presentó: Arsenio Lupin
...
Ni siquiera se había
llamado hasta entonces Arsenio Lupin
...
Dispuesto al combate, cierto es, armado de todas las armas, pero sin
recursos, sin la autoridad que proporciona el éxito, Arsenio Lupin no era más que un
aprendiz en una profesión en la cual muy pronto se convertiría en un maestro
...
Al fin alcanzaba el objetivo
...
Los millones de Imbert
que había, ¡qué magnífica presa constituían para un apetito cual el suyo!

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Se arregló y vistió de manera especial para esta ocasión: levita usada, pantalón
raído, sombrero de seda un poco desteñido, puños y cuello deshilachados, todo muy
limpio, pero dando una sensación de miseria
...
Y así ataviado bajó la escalera de la
vivienda que ocupaba en Montmartre
...
Ya fuera, se dirigía a los
bulevares exteriores
...
Subió a este, y alguien que iba detrás de
él, que era el inquilino del tercer piso, se sentó a su lado
...

— ¿Cómo?
— Voy a almorzar
...
Y el señor Ludovico Imbert es de una naturaleza agradecida
...

Hubo un silencio
...

— Pero ¿y los malos rumores que corren sobre la fortuna
...
Hace seis meses que sigo este asunto; seis meses que me
informo, que estudio, que tiendo mis redes, que interrogo a los criados, a los
prestamistas y a los testaferros; seis meses que vivo siguiendo como una sombra al
marido y a la mujer
...
Que la fortuna
provenga del viejo Brawford, cual ellos pretenden, o que proceda de cualquier otra
fuente, yo afirmo que en todo caso existe
...


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— ¡Demonio! ¡Cien millones!
— Supongamos que son diez, o incluso cinco millones
...
Será culpa del diablo si un día u otro yo no pongo la mano
sobre la llave
...
?
— Por el momento no hay nada que hacer
...
Tenemos tiempo
...
Esta era una mujercita
pequeña y regordeta, muy habladora
...

— Yo quise que estuviéramos solos, para mejor festejar así a nuestro salvador –
dijo ella
...
A los postres, la intimidad ya era completa entre ellos, y las confidencias se
desarrollaban con absoluta libertad
...

Gervasia, a su vez, contó de su juventud, de su matrimonio, las bondades del viejo
Brawford, los cien millones que ella había heredado, los obstáculos que retrasaban
el que entrasen a disfrutar de ese dinero, los préstamos que había tenido que
contraer a intereses desorbitantes, sus interminables luchas con los sobrinos de
Brawford y las oposiciones contra las que había tenido que enfrentarse, los
secuestros
...

— Imagínese usted, señor Lupin
...
Pero, si cortáramos un solo cupón, lo perderíamos todo
...

Un ligero estremecimiento sacudió a Lupin ante la idea de aquella proximidad de los
títulos
...

— ¡Ah! Están ahí — murmuró él con la garganta seca
...


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Unas relaciones iniciadas bajo tales auspicios no podían sino crear unos lazos aún
más estrechos
...
E inmediatamente, el infortunado joven fue nombrado secretario
particular de los dos esposos, con un sueldo de ciento cincuenta francos por mes
...

Fue él quien la escogió
...
En dos meses no tuvo que copiar y despachar
más que cuatro cartas insignificantes y únicamente fue llamado una vez al despacho
de su patrón, lo cual sólo le permitió contemplar oficialmente una sola vez también
la caja fuerte
...

Pero no se lamentó por ello, prefiriendo, en cambio, conservar todo su modesto
lugar a la sombra, y, así se mantuvo al margen, feliz y libre
...
En primer término, realizó una serie de visitas clandestinas al
despacho de Ludovico y presentó sus respetos a la caja fuerte, que no por ello
permaneció menos cerrada de lo que estaba
...

Arsenio Lupin no se sentía obstinado
...
Lo esencial es mantener
este lugar vigilado con ojos y oídos
...
Por
ese tubo, que actuaba de conductor acústico y anteojos, esperaba ver y oír lo que
ocurría abajo
...
librosmaravillosos
...
Y, efectivamente, vio a menudo a los Imbert reunidos en
conferencia ante la caja fuerte, compulsando registros y manejando expedientes
...
Vigilaba los gestos del matrimonio y espiaba sus
menores palabras
...
Entró resueltamente
...

— ¡Oh! Perdónenme
...

Pero Gervasia se apresuró y le hizo entrar de nuevo en el despacho, diciendo:
— Vamos, señor Lupin, entre usted
...
¿Qué títulos debemos vender? ¿Exteriores o de la
renta?
— Pero
...

— No ataca a todos los títulos
...
Sobre los estantes se amontonaban los
portafolios sujetos con cintas
...
Pero su marido protestó:
— No, no, Gervasia
...
Van a subir
...
¿Qué opina usted, mi querido amigo?
El querido amigo no tenía opinión alguna, pero, no obstante, aconsejó el sacrificar
títulos de la renta
...

Era un título del 3 por 100, de 1
...
Ludovico lo metió en su bolsillo
...

Pero, a pesar de lo que había dicho Gervasia, Arsenio Lupin no se sentía como en su
casa
...

En diversas ocasiones Dudo comprobar que los criados ignoraban su nombre
...
"Usted avisará al señor
...
" ¿Por qué dedicarle esa designación enigmática?

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Por lo demás, pasado el entusiasmo del principio, los Imbert apenas le hablaban, y
aun cuando le trataban con las consideraciones debidas a un bienhechor, nunca se
ocupaban de él
...
Una vez,
cuando pasaba por el vestíbulo, oyó a Gervasia que les decía a dos caballeros:
¡Es tan salvaje!
"Sea — pensaba él—; yo soy un salvaje"
...
Había adquirido la
certidumbre que era preciso no contar en absoluto ni con la casualidad ni con un
aturdimiento por parte de Gervasia, quien jamás abandonaba la llave de la caja
fuerte y que no sacaba la llave sin haber dado vuelta, para confundirlas, a las letras
del cierre
...

Un acontecimiento inesperado vino a precipitar las cosas
...
Se les
acusaba de estafa
...

Durante cinco días seguidos, en lugar de marcharse de la casa a las seis de la tarde,
como tenía por costumbre, se encerraba en su gabinete
...
Pero él se extendía sobre el suelo y vigilaba desde allí el despacho
de Ludovico
...
Tenía la llave de esa puerta
...

"Es para esta noche", pensó Lupin
...
Gervasia se
reunió con él allí
...


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Transcurrió una hora, y luego otra
...
Ahora ya no había nadie en el primer piso
...
Los Imbert
continuaban su tarea
...

Abrió la, ventana
...
El cielo en la noche sin luna y sin estrellas
estaba oscuro
...
Saltó por este y se dejó deslizar suavemente, sirviéndose de un canalón,
hasta la ventana situada por debajo de la suya
...
Allí estaba la
espesa cortina que ocultaba el interior de la estancia
...

Tranquilizado por el silencio que reinaba, empujó suavemente las dos vidrieras
...

Las vidrieras cedieron
...
Cuando ya pudo introducir la cabeza por el hueco, se detuvo
...
Divisó a Gervasia y Ludovico
sentados al pie de la caja fuerte
...
Arsenio calculó la distancia que le separaba de ellos, midió los movimientos
exactos que precisaría hacer para reducirlos a uno después del otro a la impotencia
antes que tuvieran tiempo de gritar pidiendo auxilio, y ya iba a precipitarse a
llevarlos a cabo, cuando Gervasia dijo:
— Cómo se ha enfriado este cuarto desde hace unos momentos
...
¿Y tú?
— Yo quisiera acabar con esto
...

— De ningún modo
...

Ella se retiró
...
Arsenio empujó las vidrieras
un poco más
...
Empujó
todavía más
...


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No hubo ni un grito, ni siquiera la apariencia de una lucha
...

Luego, rápidamente, se dirigió hacia la caja fuerte, se apoderó de dos portafolios,
colocándolos bajo su brazo; salió del despacho, bajó la escalera, atravesó el patio y
abrió la puerta de servicio
...

— Toma esto primero y luego sígueme — le dijo al cochero
...
En dos viajes vaciaron la caja
...

Había acabado
...
No experimentó decepción alguna, teniendo ya previsto de
antemano que la fortuna de los Imbert no alcanzaba la importancia que se le
atribuía
...
Pero, a
pesar de todo, el botín constituía una cifra muy respetable y los valores eran de
excelente clase: obligaciones de los ferrocarriles, de la municipalidad de París, del
canal de Suez, de las minas del Norte, etcétera
...
Tropezaremos con fuertes oposiciones y será preciso más de una vez
liquidar a vil precio
...
y de realizar algunos sueños muy preciosos para

...
Ese montón de papeles sólo adornaban la caja
fuerte
...
En cuanto a los títulos, vamos a encerrarlos muy
tranquilamente en el armario, mientras esperamos el momento propicio
...
Pero la lectura de los periódicos le reveló esta inesperada noticia:
Ludovico y Gervasia habían desaparecido
...
librosmaravillosos
...
Los magistrados
encontraron en ella lo que Arsenio Lupin había dejado
...

Tales son los hechos y tal es la explicación que da a algunos de ellos la intervención
de Arsenio Lupin
...

Aquel día se paseaba de arriba abajo en mi gabinete de trabajo y en sus ojos había
una pequeña fiebre que yo nunca había visto antes en ellos
...
Así, incluso después de la explicación
que yo te he dado, ¡cuántas cosas quedan oscuras todavía! ¿Por qué aquella fuga?
¿Por

qué

no

se

aprovecharon

del

seguro

que

yo

les

proporcionaba

involuntariamente? Para ellos era tan fácil decir: "Los cien millones se encontraban
en la caja fuerte y ya no están porque fueron robados"
...

— Sí, eso es, perdieron la cabeza
...
?
— Será verdad, ¿qué?
...

¿Qué significaba esa reticencia? El no lo había dicho todo, era bien visible, y aquello
que él no había dicho, le repugnaba decirlo
...
Era preciso que
se tratara de algo grave para provocar dudas en un hombre como él
...

— ¿Y no te ha ocurrido experimentar, respecto de esos dos desventurados, algún
sentimiento de lástima?
— ¿Yo? — respondió él con un sobresalto
...
¿Había yo tocado el punto sensible? Entonces insistí:
— Evidentemente, sin ti ellos quizá hubieran podido hacer frente al peligro
...

— Remordimientos
...
librosmaravillosos
...
Luego dijo:
— Así, según tú, yo debiera sentir remordimientos
...
un sentimiento
cualquiera
...

— Por unas personas a quienes tú les robaste una fortuna
...
aquellos dos o tres paquetes de títulos
...
¿Lo
oyes? ¡Eran falsos!
Yo le miré aturdido
...
los cuatro o cinco millones — gritó con rabia—
...
Papel, nada
más que papel
...
¿Y todavía me pides
que sienta remordimientos? Pero si son ellos quienes debieran sentirlos
...
Me emplumaron como al último de los cándidos
...

Estaba agitado por la cólera provocada por el rencor del amor propio herido
...
¿Sabes el papel que tuve que representar en este asunto, o más bien el
papel que ellos me hicieron representar? ¡El de Andrés Brawford! Sí mi querido
amigo, y de todo ello yo no obtuve nada práctico
...
Mientras yo estaba
representando el papel de bienhechor, del caballero que arriesgó la vida por
arrancarle a las garras de los apaches, me estaban haciendo pasar por uno de los
Brawford
...
Y gracias a mí, gracias a la confianza que yo inspiraba bajo el
nombre de Brawford, los banqueros prestaban y los notarios aconsejaban a sus

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clientes que prestasen
...
¡Ah! Te juro que la
lección me fue útil
...

Ante esto no pude impedirme de reír
...
Y él mismo sintió un acceso de franco regocijo, y añadió:
— Sí, querido, mil quinientos francos
...
Todos mis ahorros de joven
...
¡Para sus pobres! Como te lo digo
...
Y yo caí en ello
...
Y qué de
combinaciones, de esfuerzos, de astucias geniales me fue preciso hacer para llegar
a ese hermoso resultado
...

Pero, ¡caray, me la jugaron bien y limpiamente
...

La Perla Negra
Una violenta llamada en el timbre de la puerta de la calle despertó a la portera de la
casa número 9 de la avenida Hoche
...
Son lo menos las tres de la
madrugada
...

En efecto, una voz preguntó
...
, ¿en qué piso?
— Tercero izquierda
...

— Será preciso que atienda
...
librosmaravillosos
...
Allí probó dos llaves, Una de ellas hizo funcionar la cerradura y la otra el
cerrojo de seguridad
...
Veamos
...
, un poco de paciencia
...
Le abrieron de nuevo la puerta de la calle, y él la cerró detrás
de sí
...

Volvió a entrar sin hacer ruido y sin que los porteros lo advirtieran
...

Tranquilamente volvió a subir los cinco pisos
...

— ¡Vaya! Ya está
...
Con un poco de habilidad y de reflexión, nada resulta
más encantador
...
, un oficio de padre de familia
...
hasta resulta fastidioso
...

— Empecemos por orientarnos
...
Del lado de la calle, el salón, el gabinete y el comedor
...
ni una
chuchería de valor
...
¡Ah! Aquí aparece el trazo
de un pasillo, el pasillo que conduce a las habitaciones de dormir
...


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Volvió a doblar el plano, apagó la linterna y echó a andar por el pasillo al propio
tiempo que contaba:
— Un, metro
...
Tres metros
...
¡Cómo se
resuelve todo, Dios mío! Un simple cerrojo, un pequeño cerrojo me separa del
dormitorio, y lo que es más, yo sé que ese cerrojo se encuentra a un metro
cuarenta y tres centímetros del armario
...

Sacó de su bolsillo los instrumentos necesarios, pero le detuvo una idea
...

¡Para lo que cuesta!
Hizo girar el pomo de la cerradura
...

— Mi magnífico Lupin: decididamente, la suerte te favorece
...
En consecuencia, para que la perla negra te
pertenezca lo primero y más importante es ser más silencioso que el propio silencio,
más invisible que la noche
...
Pero lo hizo con tanta precaución, que
aun en el caso que la condesa no estuviera dormida, ningún crujido extraño la
hubiera inquietado
...
Esto lo llevaba a una butaca y luego a una mesita situada cerca de la cama
...

Se tendió sobre la alfombra y siguió los contornos del canapé
...
Aunque no le
agitara ningún temor, le resultaba imposible el vencer esa especie de angustia
nerviosa que se experimenta en medio de un silencio excesivo
...
No le amenazaba ningún peligro
...
librosmaravillosos
...
aquella vida tan próxima de la suya?
Escuchó y le pareció discernir en el silencio el ritmo de una respiración
...

Buscó la butaca y luego, con pequeños movimientos insensibles, avanzó hacia la
mesa tanteando en la sombra con su brazo extendido
...

— ¡Por fin! Ya no tenía más que levantarse, tomar la perla y marcharse
...

Con un impulso de voluntad prodigioso calmó su corazón, pero en el instante en que
trataba de incorporarse, su mano derecha tropezó sobre la alfombra con un objeto
que reconoció en seguida como un candelero; un candelero derribado, e
inmediatamente tropezó con otro objeto: un reloj de péndulo, uno de esos relojes
de péndulo de viaje que están recubiertos de una funda de cuero
...
Aquel candelero
...
¿Por qué
aquellos objetos no estaban en su sitio habitual? ¿Qué ocurría en aquellas sombras
desconcertantes?
Y de pronto se le escapó un grito
...
, ¡oh, qué cosa extraña, indecible!
Pero no, no, el miedo le turbaba el cerebro
...
Y sus
dedos conservaban la sensación de aquel contacto
...
Y de nuevo su mano tocó
aquella cosa, aquella cosa extraña, indecible
...
Era preciso que su mano la
palpara y se diera cuenta
...
y ese rostro estaba frío,
casi helado
...
Rápidamente hizo funcionar el resorte
de la linterna
...
Unas espantosas heridas
habían destrozado su cuello y sus hombros
...
Estaba muerta
...


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Y miraba aquellos ojos fijos, el rictus de aquella boca, aquella carne lívida y aquella
sangre
...

Ya erguido, hizo funcionar el botón de la luz; la estancia se llenó de claridad y pudo
ver entonces todas las señales de una lucha encarnizada
...
En el suelo, el candelero y el reloj de péndulo, cuyas agujas marcaban las
once y veinte
...

— ¿Y la perla negra? — murmuró Lupin
...
La abrió con presteza
...

"Diablo — se dijo, te has vanagloriado demasiado pronto de tu suerte, amigo
Arsenio Lupin
...
, la situación no
es muy brillante
...
"
Sin embargo, no se movió
...
Pero ¿Arsenio Lupin? ¿No tiene otra cosa mejor que hacer?
Veamos, procedamos por orden
...

Suponte que tú eres el comisario de Policía y que tienes que proceder a realizar una
investigación
...
Y el mío
está en tal estado
...

El crimen de la calle Hoche es uno de los sucesos que nos han intrigado más
vivamente en estos últimos tiempos, y, en verdad, yo no hubiera podido contarlo si
la participación de Arsenio Lupin no lo hubiera aclarado a una luz muy especial
...
En todo caso, nadie sabe la verdad,
tan curiosa como exacta
...
;
cuyo lujo asombraba a París hace unos veinte años
...
librosmaravillosos
...
Los grandes joyeros
trabajaban para la Zalti como se trabajaba antaño para los reyes y para las reinas
...
De la
maravillosa colección, dispersada por el perito tasador, no quedó más que la famosa
perla negra
...

Pero ella no quiso en modo alguno
...
Para ello tenía una razón que no temía en confesar: la
perla negra era regalo de un emperador
...

— Mientras yo viva — decía la condesa— no me separaré de ella
...
Por la noche la colocaba en un
lugar que solo ella conocía
...
En efecto, dos días después, los diarios
publicaban la siguiente noticia:
"Se nos comunica la detención de Víctor Danégre, el criado de la condesa de
Andillot
...
En la manga de lustrina
de su librea de servicio, que el señor Dudouis, jefe de Seguridad, ha encontrado en
su desván, entre el colchón metálico y el de tela, se han observado manchas de
sangre
...
Mas ese botón, ya
al comienzo de las investigaciones, fue recogido bajo la propia cama de la víctima
...

"Debemos manifestar que, hasta aquí, ninguna prueba ha venido a confirmar esta
suposición
...
A las siete de la

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mañana, Danégre acudió al establecimiento de tabacos del bulevar de Courcelles:
primero la portera y luego la vendedora de tabaco han declarado en ese sentido
...
Estas dos personas, que llevan más de veinte años al servicio de la condesa,
están por encima de toda sospecha
...
¿Se habría mandado hacer otra llave? Las
investigaciones esclarecerán estos diversos puntos
...
Se
averiguó que Víctor Danégre era un reincidente peligroso, un alcohólico y un
perdido, a quien una puñalada no le asustaba
...

Primeramente, una señorita de Siencléves, prima y heredera de la víctima, declaró
que la condesa, un mes antes de su muerte, le había confiado en una de sus cartas
la forma en que ella escondía la perla
...
¿Quién la había robado?
Por su parte, los porteros contaron que le habían abierto la puerta a un individuo, el
cual había subido a casa del doctor Harel
...
Entonces, ¿quién era ese individuo?
¿Un cómplice?
Esta hipótesis de un cómplice fue adoptada por la Prensa y por el público
...

— Ahí hay algo de Lupin — le decía él al juez
...
Usted ve por todas partes a ese Lupin
...

— Diga más bien que usted lo ve cada vez que una cosa no le parece muy clara
...


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La justicia obedece a menudo a esos influjos de convencimiento que hacen que se
obligue a los acontecimientos a doblegarse a la primera explicación que se ha dado
al suceso
...
El juez cerró la instrucción del sumario
...

Esos debates resultaron enredados y lentos
...
El fiscal atacaba con blandura
...
Mostró las lagunas y las imposibilidades en que se
basaba la acusación
...
¿Quién había falsificado la
llave, aquella llave indispensable sin la cual Danégre, después de su salida del
departamento, no hubiera podido cerrar de nuevo la puerta de aquel? ¿Quién había
visto esa llave? ¿Y qué se había hecho de ella? ¿Quién había visto el cuchillo
utilizado en el crimen, y qué se había hecho de él?
— En todo caso — concluía el abogado, demuéstrese que fue mi defendido quien
mató
...
El reloj marcaba las once,
me dirán ustedes
...

Salió de la cárcel un viernes al caer de la tarde, adelgazado y deprimido por seis
meses pasados en una celda
...
Por la noche le asaltaban tremendas pesadillas y visiones del cadalso
...

Bajo el nombre de Anatolio Dufour alquiló un pequeño cuarto en las alturas de
Montmartre y vivía a la buena de Dios de tareas ocasionales, haciendo toda clase de
oficios a derecha e izquierda
...
Fue contratado tres veces por tres patronos diferentes,
pero le reconocieron y le despidieron seguidamente
...
librosmaravillosos
...
Y
por adelantado sentía la dura presión de la mano que le agarraba por el cuello
...
Era un hombre de unos cuarenta años, vestido con una levita
negra de dudosa limpieza
...

Cuando hubo comido la sopa, volvió los ojos hacia Danégre y le miró largamente
...
A buen seguro que aquel individuo era uno de los que le seguían
desde hacía varias semanas
...
Pero
no pudo
...

El individuo llenó su vaso de vino y después hizo lo mismo con el de Danégre
...
, sí
...

— A tu salud, Víctor Danégre
...
, yo
...
, yo le juro
...
Pregúntele aquí al patrón
...
Víctor
Danégre
...
Le han mentido a usted
...
Víctor leyó:
"Grimaudan, ex inspector de Seguridad
...
Víctor se
estremeció
...
lucrativa
...
, como el tuyo
...
librosmaravillosos
...
Es un asunto excepcional si, en todo caso, tú quieres ser un poco
complaciente
...
Tú te encuentras en una situación en que nada puedes
negarme
...
Hable usted
...
Acabemos
...

— ¿Siencléves?
— Sí, la heredera de la condesa de Andillot
...

— ¿La perla negra?
— Sí, la que tú has robado,
— Pero ¡yo no la tengo!
— Tú la tienes
...

— Tú eres el asesino
...

— Felizmente, señor mío, el tribunal no ha sido de la misma opinión que usted
...
Y cuando uno tiene la
conciencia tranquila y la estimación de los honrados doce miembros del jurado
...
Escucha con mucha atención y pesa bien mis
palabras, pues te vale la pena
...

— Eso no es verdad, no es verdad — gruñó Víctor, nadie ha visto esa llave
...

Hela aquí
...
librosmaravillosos
...
La hoja del
cuchillo es triangular y tiene vaciado un canalillo
...
Nadie ha visto el cuchillo
...

Víctor Danégri hizo un movimiento como si quisiera retroceder en su asiento
...
¿Acaso es necesario explicarte de qué provienen?
— Y después de todo, ¿qué?
...
¿Quién puede
afirmar que me pertenecen?
— Primero el cerrajero, y seguidamente el empleado al cual tú le compraste el
cuchillo
...
Cuando esas personas se encuentren cara
a cara contigo, no dejarán de reconocerte
...
Danégre estaba
convulsionado de pánico
...

Sin embargo, trató todavía de aparentar indiferencia
...

— Me queda todavía esta
...
Pero cuando te encontrabas en medio del gabinete de los vestidos, te
sentiste asaltado por el miedo y debiste de apoyarte sobre la pared para conservar
el equilibrio
...
Nadie puede saber eso
...
Pero si lo hubieran hecho, habrían
visto sobre la pintura blanca una marca roja muy ligera, pero, sin embargo, lo
bastante clara para que en ella esté registrada la huella de la cara anterior de tu
dedo pulgar
...
Y tú no ignoras que en antropometría eso constituye uno
de los principales medios de identificación
...
librosmaravillosos
...
Gotas de sudor corrían de su frente
...

Agachó la cabeza, vencido, impotente
...
Pero contra este hombre que se hallaba frente a él sentía la impresión que
nada podría hacer
...

— ¡Cómo! ¡Usted se burla! ¿Yo voy a darle una cosa que vale miles, centenas de
miles, sin recibir nada a cambio?
— Sí, recibirás una cosa: la vida
...
Y Grimaudan añadió con un tono casi dulce:
— Veamos, Danégre; esa perla no tiene ningún valor para ti
...
Entonces, ¿de qué te servirá el conservarla?
— Hay siempre encubridores
...

— Un día u otro ya será demasiado tarde
...

Víctor se apretó la cabeza entre las manos y reflexionó
...
Murmuró:
— ¿Cuándo la necesita usted?
Esta noche, antes de una hora
...

Danégre se sirvió sucesivamente dos vasos de vino, que bebió a sendos tragos;
luego se levantó, diciendo:
— Pague la cuenta y vámonos
...


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Había llegado la noche
...
Caminaban
silenciosamente
...

Cuando llegaron al parque Monceau, dijo:
— Es del lado de la casa
...

— Ya hemos llegado — dijo Danégre con ronca voz
...
Danégre se detuvo algunos pasos más allá
...
Se dejó caer sobre un banco
...

— Es aquí
...

— ¡Delante de nosotros! Vamos, Danégre, te convendría no
...

— Entre dos adoquines
...

— ¿Cuáles? — repitió Grimaudan
...

— ¡Ah! Magnífico
...

— No
...
es que voy a reventar de miseria
...
¿Cuánto necesitas?
— El dinero necesario para tomar un billete de entrepuente para América
...

— Y un billete de cien francos para los primeros gastos
...
Habla
...
Está entre el doce y el trece
...


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Grimaudan miró en torno a sí
...
Bien; pero no
importaba
...

— ¿Y si no estuviera aquí?
— Si nadie me vio agacharme y ocultarla ahí, tiene que estar todavía
...
una fortuna!
— ¿A qué profundidad?
— A diez centímetros más o menos
...
La punta de la navaja tropezó con alga
...
Divisó la perla negra
...
Ya te enviaré tu billete para América
...
Antes de mucho tiempo, copias de
esta preciosa joya serán expuestas en Londres, en San Petersburgo, en Calcuta, en
Buenos Aires y en Nueva York
...

— Y he ahí cómo el crimen es siempre castigado y la virtud recompensada—
concluyó Arsenio Lupin, cuando me hubo revelado las interioridades de aquel
suceso
...

— Exactamente
...
Los cuarenta minutos que pasé en el departamento de la condesa,
después de haber comprobado su muerte, figuran entre los más sorprendentes y
más profundos de mi vida
...
En fin,

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comprendí que para conseguir la perla era preciso que aquel criado fuese detenido
(y fui yo quien dejó allí el botón de la levita); pero era preciso también que no se
consiguieran contra él pruebas irrecusables de su culpabilidad
...
En mi concepto, ese fue uno de los chispazos
...

— De genio, si así lo quieres, y que no hubiera, iluminado el cerebro de todo el
mundo
...

— ¿Un poco? Di más bien, muy burda, pues él no corría ningún peligro
...

— Pobre diablo
...
Víctor Danégre! ¿No tienes en cuenta que es un asesino?
Hubiera sido la última de las inmoralidades el que se hubiera quedado con la perla
negra
...

— Y la perla negra es tuya
...


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Title: Un cuento
Description: Es un cuento de Horacio Quiroga